El mayor beneficio que
trae esta actitud es tener a los demás en constante referencia a uno mismo.
El victimismo es un mecanismo narcisista que
utiliza el sufrimiento como una herramienta de manipulación para tener a las
personas pendientes de la propia necesidad de atención, cuidado y valoración.
El dolor es una realidad objetiva, física o emocional, que forma parte de
nuestra vida, pero el sufrimiento es el resultado de la cavilación mental en la
que nos instalamos.
Hay quienes se
resisten a sentirse bien por miedo a perder la atención, el cuidado y la valoración que
obtienen mientras se quejan de lo vivido. Para salir del círculo del
sufrimiento y victimismo es inevitable aceptar lo sucedido y dejar de
lamentarse por lo ocurrido, porque eso nos sitúa en un eterno infantilismo.
Debemos dejar de autocompadecernos del “niño
herido” para empezar a vivir como adultos responsables y libres. Cuando Jesús
expulsó al demonio de aquel hombre, la aldea entera salió a pedirle que
siguiera su camino y no se quedara allí.
Acostumbrase al sufrimiento, instalándose en la
queja y el victimismo, paraliza nuestra vida y nuestra capacidad para crecer y
madurar.
@jrojassj
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