En una entrevista realizada por
John Smeaton para la Sociedad para la Protección de los Niños No-nacidos (SPUC,
por sus siglas en inglés), publicada el 17 de agosto, el Dr. Sardella señaló
que ante el requisito de utilizar el tejido de niños abortados a los ocho
semanas para un estudio científico, “me decidí a perder mi empleo”.
“¿Cómo podía convencerme que
estos seres humanos de ocho semanas no tenían el derecho de vivir, y que mi
carrera, mi salario y mi familia eran más importantes que sus vidas?” se
cuestionó.
Tras un corte en el presupuesto,
el grupo del Dr. Sardella se unió a otro equipo de investigación de San Diego
(Estados Unidos). El estudio conjunto le daría al científico unos seis meses
más de estabilidad laboral.
“Aún recuerdo cuando leí el
e-mail enviado de San Diego acerca del requisito de aborto humano en esta
colaboración. Me recosté en la silla con un sentimiento de repulsa y me dije
que no podía hacer esto ni lo haría”, dijo el científico a John Smeaton.
El Dr. Sardella señaló que si
bien él “no iba a estar directamente involucrado en el aborto, pero ¿cómo
hubiese podido mirar por el microscopio olvidando que esas células se tomaron
del niño junto con la vida de él o de ella?”.
El médico recordó que en la tarde
del día en que recibió la información sobre la que sería la investigación
conjunta con el grupo estadounidense, consultó junto a su esposa, que estudió
Bioética, textos al respecto y confirmó que su posición fue la correcta.
“Consultamos libros italianos de
bioética que aseveraban que yo me hubiera hecho colaborador pasivo y remoto del
procedimiento abortivo; esa es la razón por la que no podía evitar sentirme tan
mal”, señaló.
“Si estamos de acuerdo que está
mal matar a un ser humano, un miembro de la especie homo sapiens, entonces
hemos de preguntarnos cuándo nos hacemos homo sapiens. Para cada organismo del
reino animal es la misma respuesta: cuando una célula de esperma fertiliza al
huevo de la misma especie, cualquier zoólogo o embriólogo afirmará que un nuevo
organismo es concebido”, dijo.
El científico explicó que “cuando
un huevo humano es fertilizado por una célula de esperma humana no hay nada que
podemos hacer para parar al nuevo embrión de ser parte de nuestra especie. El
nuevo individuo debe considerarse un ser humano”.
Tras perder su empleo, el Dr.
Sardella se ha dedicado a dar charlas en distintos ámbitos sobre la realidad
del aborto, y se sorprendió que muchos jóvenes “verdaderamente no tenían ni
idea de lo que es un aborto y de cómo se lleva a cabo”.
“Algunos alumnos también me
vinieron a decir que su opinión del aborto se había cambiado totalmente, así
que me dije que ‘si me he perdido el empleo justo para salvar una vida,
entonces mereció la pena’”, señaló.
El científico lamentó que muchas
personas, incluyendo colegas suyos, “consideran a la ciencia como una entidad
superior y motor immobilis que guía las decisiones del género humano”.
“Ciencia es tan sólo una palabra,
del latín scientia que significa conocimiento. El conocimiento no posee una
conciencia. Es el científico el que tiene una conciencia y una ética que guía
sus pensamientos y decisiones”, subrayó.
El Dr. Sardella subrayó que
“primero viene la vida, y entonces en segundo lugar vienen las mejoras a la
misma. Es inadmisible considerar como un consumible una vida humana y
utilizarla en programas de investigación para el hipotético mejoramiento de las
vidas de los demás”.
El científico, emocionado,
aseguró que a pesar de las dificultades económicas que enfrentaron, “una
sencilla elección vino a ser una revisión de mi vida y mis creencias, un
momento de verdadera unidad con mi esposa y familia”.
“Si uno elige blanco, aunque parezca
irracional en ese momento, aunque la montaña que uno ha de escalar parezca tan
alta, uno está abriendo los brazos a mucha más felicidad de lo que uno jamás
hubiese podido planear”.
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