Esp. de Nazaret

ASÍ VEO LA INTUICIÓN QUE CARLOS DE FOUCAULD TUVO DE NAZARET
J.M.Hódar
Nazaret es la intuición fundamental de Carlos de Foucauld. Hasta que llegó a darle forma fue un creyente inquieto, en búsqueda; y a partir de esta intuición, verdadero hallazgo, fue como Nazaret pasó a ser el punto de referencia para vivir su fe y la referencia para su proyectada fundación.

I.- ¿QUE ES NAZARET PARA CARLOS DE FOUCAULD?
1.- Hasta la vida pública conocemos muy poco de Jesús.
En los primeros treinta años hay mucho silencio, anonimato, vida vulgar: la vida del Salvador de todos los hombres. El silencio casi total de los Evangelios sobre la vida de Jesús en Nazaret nos obliga a respetarlo y a no llenarlo con nuestra imaginación; pero nos obliga, sin embargo, a reconocer que en la vida vulgar de Jesús en Nazaret se está ya realizando la salvación de los hombres y no sólo preparándose.
Esto es lo que impresiona a Carlos de Foucauld: en lo vulgar de Nazaret, el amor infinito y todopoderoso de Dios está salvando al mundo en Jesús, "el nazareno".
De varias maneras, Nazaret ha inspirado la vida de muchos cristianos. La manera peculiar como inspiró la de Carlos fue esta: el amor infinito de Dios está redimiendo a los hombres a través de la vulgaridad de una vida humana sin relieve.

2.- La concreción de esta intuición.
La forma concreta que tomó esta intuición en Foucauld es también peculiar por su originalidad y adquiere su peso específico en el camino que él escoge para sí y en el que dejó trazado para otros. Si hubieran sido las virtudes pasivas las inspiradoras de su espiritualidad basada en Nazaret, las habría tenido a su alcance en el convento: pobreza, silencio, anonimato, oración prolongada... 
Pero "el obrero de Nazaret" le llevó a inspirar su vida en la vida ordinaria de la gente: los obreros, los pobres, los sin relieve... Esta vida real y ordinaria de la gente da rostro y estilo a su intuición.
Desde muy dentro de la Iglesia, Carlos se va desenganchando de las "estructuras".
Está naciendo algo nuevo: "Al vino nuevo, odres nuevos". 
La vida religiosa, a la que se siente fuertemente llamado, va tomando el estilo que a su propia vida le imprimen las circunstancias, los ambientes y las personas con las que convive. Era la tradicional vida religiosa, pero con el estilo y las categorías aportadas por la vida diaria de la gente "profana".
De no haber inspirado su vida y su obra en la vida sencilla de los pobres con los que convivió, sino en la estructura de la vida religiosa (como hubiera parecido lo más normal), Carlos de Foucauld no habría sido un profeta ni tan original el camino que nos trazó.

Estos dos datos (la intuición de Nazaret y la forma concreta que en él revistió) nos dan el núcleo para leer y comprender al hermano Carlos, su vida y su proyecto de fundación. No es necesario aclarar que su vocación a Nazaret no es sólo, ni fundamentalmente, una manera de vivir como la gente; sino que es una manera de creer y una manera de amar.

"Vivir como vivió Jesús; amar como amó Jesús a los hombres, al Padre. Y amar a Jesús, imitarlo, como lo hicieron "María y José en Nazaret".
Esta intuición del misterio de Nazaret y este estilo concreto de vivirlo constituyen una constante en el hermano Carlos, aunque aparezcan en él algunas veces cambios de parecer o de actitud.

Así, por ejemplo, parece que quiere que los hermanos estén aislados del ambiente por la clausura o que estén reunidos en número mayor en lugar del número reducido previsto en otras ocasiones... 
Estas vacilaciones son la consecuencia normal de escribir y revisar en teoría, sin la experiencia concreta de unos hermanos que vivan esta intuición. Incluso en su propia vida parece darse cambios de parecer y de actitud: en sus retiros se renueva el propósito de vivir según los Estatutos, pero siempre acaba viviendo al ritmo de la vida de sus vecinos y según las necesidades que encuentra allí donde vive.
Casi se puede decir que la fuente para comprender más exactamente la intuición fundacional -Nazaret- del hermano Carlos es su vida, más que sus escritos, aunque sus escritos revelan lo que "bullía" por dentro de su vida, aparentemente estéril, sin contenido o imposible de realizar.

II.- Carlos de Foucauld murió sin ver su fundación:  "...porque todavía no he muerto.  Si el grano de trigo-."
La dolorosa decepción que supone que un hombre muera sin ver realizado su proyecto, que a él mismo se le muestra como fecundo y profetice, hay que leerla como una circunstancia providencial, porque de haberse realizado su carisma fundacional en el tiempo que él deseó, su intuición hubiera cristalizado en una congregación más. Precisamente por no haber cristalizado en una congregación en el tiempo que él lo pretendió, esta intuición suya de Nazaret, esto es, vivir la fe en Jesucristo y su evangelio dentro de la vida vulgar de cada uno, ha llevado su intuición a inspirar la vida de muchos cristianos y está en la base de los mejores movimientos evangélicos de la Iglesia del Vaticano II.

La intuición de Carlos de Foucauld ha llegado a ser así un valor de la Iglesia entera, no sólo de su familia espiritual. Ha servido de luz para muchos cristianos en los diferentes campos de las tareas humanas y pastorales. Alienta muchas vidas. Lo que vivió Carlos de Foucauld entonces, hoy son muchos los que lo viven. No tenemos, pues, ningún derecho de propiedad sobre lo que es tan evangélico.
El hermano Carlos desbrozó el camino, pero su intuición la vive mucha gente, en muchos lugares. No fundó; pero su vida y su proyecto se convirtió en profecía de una nueva manera de fidelidad al Señor y a su Evangelio y de una nueva manera de estar presente la Iglesia en medio del mundo: Nazaret.

III.- ES SIGNIFICATIVO QUE DESDE ALGÚN TIEMPO A ESTA PARTE ESTÉ CRECIENDO EN TODAS LAS FAMILIAS DE FOUCAULD EL DESEO, LA NECESIDAD CASI, DE CONOCER MEJOR AL HERMANO CARLOS.
¿Qué puede significar esta exigencia de conocer más al hermano Carlos? ¿A dónde nos puede llevar un descubrimiento mayor de su persona y de su intuición fundamental? Estemos seguros de que esta búsqueda va a arrojar una luz insospechada sobre el carisma evangélico que cada uno de nosotros hemos considerado válido para, con referencia a él, realizar nuestra vida.
Por tanto, conocer mejor a este hombre debe estar en la línea del que busca la luz, no como el que "da culto al personaje".
He aquí las dos consecuencias, a mi parecer más importantes para los que pertenecemos a la familia espiritual del hermano Carlos, que se seguirán de esta búsqueda:
1.- Un mayor conocimiento del hermano Carlos nos va a descubrir en qué medida es verdad nuestro parentesco espiritual con su carisma. Cuando un cristiano tiene la suerte de poseer y vivir este carisma y se reconoce en el del hermano Carlos, éste arrojará luz sobre su propio carisma. Cuando ocurre esto es cuando podemos estar seguros de que nuestro parentesco espiritual con el hermano Carlos existe.
Es un error grave vivir a la sombra de un carisma por una razón distinta a ésta.
Entre Carlos de Foucauld y cada uno de nosotros ha de existir un parentesco espiritual, aunque su vida no tenga parecido con la nuestra en las circunstancias personales, sociales e históricas que él vivió. Pero aquello del Evangelio que nos sentimos llamados a vivir desde lo más hondo de nuestro ser, debe coincidir con lo que también él -nuestro hermano Carlos- se sintió inevitablemente llamado a vivir y a fundar.

2.- El compromiso de crear personalmente Nazaret. Cada uno en su sitio y cada familia con sus peculiaridades. No se trata de copiar la historia de Carlos de Foucauld. Pero el amor a Jesús tan fuerte y el amor a los hombres, principalmente a los más pobres, hizo de Carlos de Foucauld padre de una familia con estas características de alma.
Y sus discípulos, con un amor sólido, evangélico y realista a Jesús y a los hombres -a los hombres de estos tiempos y de cada ambiente-, tendrán que vivir Nazaret y crear a su alrededor el estilo de Nazaret.
Tenemos que inventar Nazaret hoy y entre los hombres de hoy. Tenemos la misma cita que Carlos.
El se sintió llamado a vivir como Jesús en Nazaret: en fe amorosa al Padre y en vida mezclada, como la levadura. Nosotros, sus discípulos, tenemos que vivir hoy creando los espacios redentores de fe y amor al Padre y a los hombres; tan cercanos, que sea patente el realismo de nuestra fe y de nuestro amor.
 Artículo publicado en el Boletín Iesus Caritas Nº 102

No hay comentarios :