6 de junio de 2009

La entrega y el cepillo....

Pensaba publicar algo respecto al Evangelio de este fin de semana y me tropece con esta hermosisima entrada de las que nos tiene acostumbrado "La cueva del anacoreta" y con su permiso aqui la reproduzco...

EL ANACORETA Y LA ENTREGA TOTAL…
Pensaba hacer una entrada sobre el Evangelio de hoy, con un diálogo entre el Anacoreta y su discípulo…Es el evangelio del elogio de Jesús a aquella pobre anciana que dejaba en el cepillo de las limosnas dos reales, todo lo que tenía para vivir ese día…y el ataque a los que buscaban los primeros lugares, la apariencia, el figurar…

Buscando la foto para acompañar la entrada he dado con esta…y , sin cambiarme el fondo, esta imagen me ha trastocado la forma.
Así que dejo la metáfora del Anacoreta, para comentar directamente.
Normalmente comentamos ese evangelio hablando de la humildad. De lo importante que es dar de lo que necesitamos para nosotros, no de lo que nos sobra. De que no hay que hacer caridad para que hablen bien de nosotros…para quedar bien y aparentar. Creo que Jesús iba más profundo. Hemos de darnos completamente…nuestra vida, como la vieja que dio lo que necesitaba para vivir…En realidad se estaba dando ella…

Pero es que la imagen de esta vieja sentada en esa parada de autobús bajo un anuncio de perfume masculino y otro de Harry Potter, no tiene desperdicio.
Esa abuela se encuentra entre el culto a la materia, al cuerpo, y el culto a la imaginación, a la magia, a la ilusión…Es la viva imagen de la realidad. Parece que nos dice: “Hijos míos, tanto si os decantáis por la materia o por el espíritu…al final seréis como yo. Y en ese instante, lo único que importará, es lo que habréis vivido. Si habéis amado, si os habéis entregado totalmente…, en ese momento seréis felices, plenos, si no…os consideraréis decrépitos y fracasados.”

Llevo trece años cuidando religiosos ancianos en sus últimos días…Os puedo asegurar que se puede distinguir claramente, entre aquellos que llegan al final de sus días tras una vida de entrega total, que metieron en el cepillo de las limosnas los dos reales que eran toda su vida, de aquellos que millonarios de títulos, cargos, premios, dieron únicamente lo que les sobraba…

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