5 de junio de 2009

5 días de reflexión y oración.....

Amig@s: les propongo un tiempito de gozar con el amado a partir de un retirito que podemos compartir juntos durante unos días con algunas reflexiones que ha realizado el Padre José Torres que realizaron los laicos de la espiritualidad del Hno Carlos; si les parece bien aquí comenzamos......
Siguiendo los links que vienen a continuación tienen todo el retiro completo, pero si lo desean en cuentagotas lo tendrán durante esta semana un día por vez. Gracias y espero les ayude a encontrar al amado en lo cotideano

Gustar a Dios en lo cotidiano
(María José Torres Pérez, A.C.J.)

Introducción : Gustar a Dios en lo cotidiano
Día 1 : Disfrutar, entrar en afinidad, saborear
Día 2 : El cuerpo y los sentidos: puerta de entrada hacia lo hondo
Día 3 : Ver - Oir
Día 4 : Tocar y oler
Día 5 : Gustar
Día de desierto
Preguntas para la reflexión


Introducción: Gustar a Dios en lo cotidiano.
El Dios de Jesús no tiene otro lugar para dársenos a conocer que la cotidianidad; en ella se nos expone y se nos ofrece como Buena Noticia para que le gustemos y desde esa experiencia de saboreo nuestras vidas sean también vidas expuestas para el Reino.

La experiencia de Dios no es algo conceptual o ideológico sino que en ella y por ella nuestra sensibilidad queda afectada.

Nuestros sentidos son a la vez la puerta por la que accedemos al conocimiento de Dios, por ellos podemos ver, tocar, gustar oler y escuchar su presencia nuevamente encarnada en la cotidianidad de nuestro mundo, y su invitación a comulgar con El y su proyecto.

Sin embargo a menudo nuestros sentidos se quedan prisioneros en la cáscara de la realidad y se incapacitan para descubrir la presencia que habita su entraña.

Unos días de oración son siempre una oportunidad para ponernos al quite de Dios, para disponer nuestros sentidos a su acción cariñosa y siempre transformadora, de modo que:

- Nuestros ojos vayan siendo: lugar de admiración, ternura, disculpa, compasión, y no negatividad, dureza, indiferencia, prejuicios...

- Nuestro oídos: lugar de receptividad, atención, sensibilidad, escucha profunda, y no cerrazón, sordera, distracción...

- Nuestra boca: lugar de aliento, canción, alabanza, agradecimiento, palabra compartida y no queja, reproche, dureza, murmuración...

- Nuestras manos: caricia, cercanía, “sanación”, ayuda, ofrecimiento, y no codicia, pasividad, violencia...

- Nuestro olfato capte el perfume del Reino, el perfume de todos los pequeños y pequeñas de la historia, de todos los que viven en sus límites, de todos los que buscan nuevos modos de relación y organización social y que ese perfume vaya quedando impregnado en nuestra piel para siempre y no el olor a rancio de quienes confunden fidelidad con inercia, estancamiento y mera repetición de fórmulas aprendidas.
Dios nos cita a abrirnos a la novedad de su encuentro y a dejarnos sorprender por El, mas allá de toda imagen y a descubrirle y gustarle en todo su misterio y paradoja:
- Un Dios que es a la vez mayor y menor...
- Padre y también Madre...
- Que en Jesús se nos manifiesta no solo con rasgos tradicionalmente considerados masculinos por nuestra cultura, sino también femeninos...
- Un Dios que es Misterio y a la vez cotidiano y concreto...
- Energía y debilidad...
- Presencia y ausencia...
- Que nos muestra su rostro y a la vez nos lo esconde, al cual reconocemos por la espalda...

La aventura del cristiano no es nunca una aventura solitaria, sino la aventura de quienes nos sabemos sostenidos por las raíces de un pueblo en marcha, por testigos que nos ha precedido y han gustado la experiencia de ser, existir y moverse en Dios... aun a tientas... (Hechos 17,24-28). Ellos serán nuestros iconos en estos días de oración .

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