2 de marzo de 2009

Vivir el desierto

Esta hermosa reflexión corresponde al blog "La cueva del anacoreta" donde hay excelentes reflexiones y espíritu de encuentro....

El discípulo dijo:

- Nosotros podemos entender muy bien el Evangelio de hoy, porque vivimos en el desierto.

Sonrió el Anacoreta y respondió:

- Amigo, no es lo mismo vivir en el desierto, que “vivir el desierto”…

Ante la cara de asombro del joven, el Anciano prosiguió:

- Vivir en el desierto se refiere a un lugar. Vivir el desierto se refiere a una forma de vida… Vivimos el desierto cuando somos conscientes del misterio del mal y padecemos sus consecuencias. Se nos decía que este mundo es “un valle de lágrimas”…y se decía como una excusa del sufrimiento y una forma de consolar, prometiendo después los gozos celestiales….

Respiró profundamente y dijo:

- Se trata de que tenemos que ser conscientes de que nuestra vida estará marcada por éxitos y fracasos. Fíjate en el texto del Evangelio: “En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús hacia el desierto, donde pasó cuarenta días, tentado por Satanás. Vivía entre animales salvajes y lo alimentaban los ángeles".”

Miró con simpatía a su discípulo y siguió:

- El Espíritu “empujó” a Jesús…Sin su ayuda no podemos vivir el desierto. Necesitamos su “empujón”. Vivir el desierto supone estar a merced de las tentaciones del demonio y del peligro de los animales salvajes…Pero ahí estarán los ángeles para servirnos. El mal está ahí no para que suframos, ni siquiera para que ganemos con esos sufrimientos el cielo…El mal está ahí para que luchemos contra él… El atleta no se sacrifica para sufrir, sino para obtener un record. Y para ello contamos con la ayuda de los ángeles…la oración, nuestros amigos, los sacramentos, nuestra comunidad de vida…todo aquello que hará que no luchemos solos….

Tomó de la mano a su discípulo y concluyó:

- Y eso…no se hace en un lugar. Cada uno vive el desierto allí donde la vida le lleva a vivir…

Y se fueron a rezar Vísperas….

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