3 de marzo de 2009

Pueblos Indígenas, su itinerario....

III Foro Social de las Américas
“Creer y comprometerse en la construcción de “otro mundo posible”


LOS PUEBLOS INDÍGENAS
Su itinerario. Sus énfasis
Su diálogo con la cosmovisión maya. Sus ensayos y sus desafíos


Introducción
Iniciaré abordando algunos puntos sobre Identidad indígena, pues creo nos pueden ayudar a conseguir el objetivo que nos proponemos. Porque “mientras no sepamos quiénes somos no podemos incidir”.

La identidad indígena así como está amenazada, destruida por la implantación de esquemas dominantes, por la migración forzada por el despojo de las tierras, la comercialización deshumanizante e injusta, por la explotación minera... La identidad así mismo es la que más se está defendiendo, rescatando y reconstruyendo. ¿Cómo se manifiesta o cómo se expresa la identidad? Tiene procesos diferentes:
a) Los hay externos: como los rituales
b) Internos, profundos: los valores, el idioma, la cosmovisión, la espiritualidad, la reflexión teológica

Durante más de 500 años la identidad indígena ha estado marcada desde fuera, son otros los que quieren decir lo que hay que ser y cómo se tiene que ser. Esto crea un problema: ¿somos identidad de fuera o tenemos identidad propia? ¿Quiénes somos?
El no saberlo, es un riesgo por el choque entre lo que viene de fuera con lo que las fuentes, nuestras raíces internas, se crea un problema patológico, enfermizo. La búsqueda de la identidad, según lo que sabemos, se ha ido centrando en:
1. Ser indígena como raza. Lo biológico-corporal: la sangre, el color de piel, del cabello, la parte física. Raza indígena.
La mejor solución es abandonar definitivamente el uso de esa categoría aplicada a nosotros y a cualquier otro sector de la humanidad, y buscar otras vías de comprensión de nuestra identidad indígena en contraste con la identidad de otros grupos humanos.

2. Ser indígena como clase social. Es una categoría del que fue dominado, de clase social, pobre, el más pobre, que no tiene bienes, no participa en la política, se mueve con diferentes parámetros, otra religión, no tiene derechos. Es una categoría de opresión impuesta sobre nosotros y funciona como máscara que impide que aparezca lo que realmente somos como personas y como pueblos con identidad histórica, cultural y religiosa.
Ciertamente lo indio o indígena como producto colonial venido de fuera debe ser destruido para que los pueblos recuperemos nuestro rostro y corazón verdaderos. A los indígenas no nos gusta vivir en la miseria, como a menudo afirman nuestros enemigos.
Nosotros también queremos la vida, y la vida en plenitud.

3. Ser indígena como un proyecto de vida. Es un caminar colectivo. Pone el acento en el hecho de ser pueblo y nación. Es ser familia grande, con valores, con historia, ser hermanos. Heredada de los antepasados. Es ser comunidad de hombres y mujeres que tienen una historia común y que comparten culturas, lenguas y tradiciones propias, diferentes en sus procesos históricos. Es una manera de entender la vida, distinta de los demás.
Se expresa en la espiritualidad, en la relación con los demás, en la cosmovisión, en la manera de vivir. Somos pueblos, con identidad propia, “poseedores de innumerables riquezas culturales”, que portamos en las utopías culturales y religiosas proyectos de vida, que son planteamientos ideales de sociedad, donde la economía, la familia, la sociedad, la educación, la cultura, la religión se hallan en total congruencia con los valores culturales y espirituales.
Por eso no son propuestas puramente utópicas, desvinculadas de la realidad.
En este sentido se puede hablar de alternativas indígenas frente al proyecto imperante.
Alternativas que constituyen el derecho de los pobres a soñar otras maneras de vivir y propuesta de ideales que ya fueron experimentados por los antepasados, y siguen vigentes en las tradiciones y experiencias cotidianas de las comunidades indígenas. Y es por eso que nos congrega la utopía de que “otro mundo es posible”.

4. Ser indígena como opción vital. Como consecuencia de todo lo anterior, ser indígena hoy es tener una opción de vida, que nos da identidad personal y colectiva.
En este sentido sólo es indígena quien opta por ser indígena, asumiendo conscientemente el proyecto de vida de su pueblo. Porque se puede ser física y socialmente indígena, es decir, tener cuerpo y rostro de indígena, pero consciente y emocionalmente tener un corazón no indígena porque se rechaza el proyecto indígena. Y al revés, se puede no tener rostro indígena, pero tener un corazón perfectamente indígena porque se ha optado visceralmente por el pueblo indígena.

SU DIALOGO CON LA COSMOVISION MAYA.
En primer lugar, Ser Maya es ser consciente de ser parte un pueblo con una cosmovisión concreta: un sentido y experiencia de Dios Madre-Padre, sentido dual de la persona humana en donde mujer-hombre cuya responsabilidad desde Dios, son constructores y cuidadores de la humanidad y de la naturaleza como santuario y casa grande para todos; lugar del compartir y de la convivencia humana. Pueblo Maya entonces son las personas, las comunidades que comparten esta cosmovisión y espiritualidad que en la vida diaria se traducen en respeto, responsabilidad, amor al trabajo personal y comunitario. El tomar decisiones en consejo, vivir en armonía, ayuda mutua. Los valores son vividos por las personas en familia y en comunidad.
Hay valores en relación con la naturaleza, el cosmos y con las personas, así como con Dios.
Con estos valores se orienta el camino de la persona y de la comunidad, pues los valores responden a los principios e ideales de los pueblos en su cultura.
Por consiguiente, los pueblos indígenas en diálogo con los pueblos Mayas, encuentran sus propias raíces, su propia fuente a la que acuden y en donde se inspiran.
Pero en el caminar histórico de nuestros pueblos en Guatemala, nos encontramos que hay diversidad de procesos en este reencuentro y diálogo.
La realidad muestra que en esto los pueblos indígenas y los mismos pueblos Mayas nos encontramos divididos unos por ideologías políticas partidistas, otras por hacer de la cultura un modo de sobrevivencia económica, otros por las grandes heridas, que dejó la dominación.
Por haber recibido una educación clasista, racista y dominadora y por lo tanto convertidos en reproductores de una sociedad dominante, etc.
Invito a cada uno promover espacios, a gestionar recursos humanos y materiales para
que cada vez más haya ese diálogo respetuoso con esta realidad sangrienta, dolorosa y diversa, si realmente queremos una “Guatemala distinta”.
ALGUNOS DESAFIOS
1. Construir y proponer una sociedad donde los indígenas tengamos un lugar digno, opciones vitales, poder optar por el proyecto del pueblo. Decidirse por ser indígena: con rostro y corazón: identidad profunda, valores, cosmovisión, espiritualidad, vivir en relación con la Naturaleza, con Dios, con los demás pueblos, con los antepasados.
2. Reconocer y asumir que los pueblos indígenas como profetas de la vida, desde su sabiduría milenaria y siempre actual, Son una alternativa para el mundo, frente al modelo económico que privílegia el desmedido afán por la riqueza y la explotación irracional de la naturaleza, por encima de la vida de las personas, de los pueblos y de la creación
3. Fortalecer la conciencia de que la identidad no es fija, que se va reconstruyendo frente a los desafios nuevos, se va ampliando, se va reformulando.
Lo profundo permanece, pero las respuestas son nuevas. Frente a otros problemas hay nuevas
respuestas.
4. Replantear a las sociedades nacionales, y también para nosotros, la interrogante de fondo: ¿Qué dicen los demás de nosotros? ¿Y qué decimos de nosotros mismos? ¿Que somos y qué queremos ser los indígenas de hoy? Saber decir lo somos desde nuestro propio punto de vista, cuál es la verdad de nuestro ser, de nuestro rostro y corazón propios. Esto es lo que debe importar más en la Iglesia y en la sociedad dominante, haciendo a un lado los estereotipos prejuiciados y discriminatorios del pasado.
5. Hacer esta pregunta ahora, después de 500 años del llamado encuentro de dos mundos, y traer a la mente el mismo reproche que hizo Jesús a sus discípulos, cuando le preguntaron quién era él: “Tanto tiempo he estado con ustedes y ¿no me conocen?”
6. Exigir que la educación y la promoción humana responda a la diversidad cultural y lingüística de Guatemala, reconociendo y fortaleciendo la identidad cultural indígena, los valores y sistemas educativos mayas y de los demás pueblos indígenas.
7. Que en la sociedad y en las iglesias se respete y se reconozca la diversidad
étnica y cultural y erradicar desde sus cimientos la discriminación y el racismo
imperante a todo nivel.
8. La posibilidad de hallar y recuperar algo que nunca habíamos perdido: nuestra cósmica identidad, la experiencia de volver a nuestra postura original de seres humanos relacionados directamente con el mundo vegetal, animal mineral.
9. Reconocer que en cada ser Maya, permanece una profunda sabiduría milenaria, con la convicción de que su tradición milenaria puede abrirse perfectamente a la civilización moderna sin renunciar a su herencia ancestral de humanidad, vivida de generación en generación con gran dignidad. Por el contrario, su solidaridad, su armónica disciplina, su paciencia y tolerancia, encajan perfectamente en lo más concreto del aquí y del ahora.

Quiero finalizar con las palabras sabias de Mahatma Gandhi y que resuenen en el corazón de cada uno de los presentes.
“No quiero que mi casa tenga murallas por los cuatro costados y que mis ventanas estén tapiadas. Quiero que las culturas de toda la tierra circulen por mi casa, tan libremente como sea posible; pero me niego a ser derribado por ninguna de ellas”.

Ernestina López Bac
Maya Kaqchikel
Comisión Nacional de Pastoral Indígena de la Conferencia Episcopal de Guatemala

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