Hubo un momento en el que Moisés tuvo la audacia de preguntar a Dios:
- ¿Cómo te llamas?
Y Dios, amablemente, le dijo que su nombre era YHWH.
Sin embargo, tanto los exegetas de la Biblia como los
Rabinos han evidenciado que las letras YHWH representan sonidos de respiración
o consonantes aspiradas, que se pronuncian sin vocales intercaladas; en
realidad suenan como la respiración: YH
(inspira), WH (expira).
De manera que un recién nacido en su primer llanto, en su
primera respiración, pronuncia el nombre de Dios.
Se puede pronunciar su nombre con un profundo suspiro, un
gemido o un estremecimiento grave y agobiante.
Incluso el ateo pronuncia su nombre, sin saber que su propio
aliento da un reconocimiento constante a Dios.
Asimismo, una persona deja esta tierra con su último
aliento, cuando el nombre de Dios ya no llena sus pulmones.
Entonces, cuando no puedo decir nada más, mi respiración
está diciendo su nombre.
Estar vivo significa que pronuncio su nombre constantemente.
Entonces, se escucha más fuerte cuando estoy lo más callado
posible.
En la tristeza, respiramos profundos suspiros; en la
alegría, nuestros pulmones casi parecen estallar; cuando tenemos miedo
aguantamos la respiración y necesitamos que nos digan que respiremos lentamente
para ayudar a calmarnos; cuando estamos a punto de hacer algo difícil
respiramos hondo para encontrar ánimo.
Pensándolo bien, respirar es alabarlo, ¡incluso en los
momentos más difíciles!
Esto es tan hermoso que me lleno de emoción cada vez que
comprendo su significado.
Dios ha escogido un nombre que no podemos dejar de
pronunciar mientras estamos vivos.
Todos nosotros, en cualquier momento y en cualquier lugar,
despiertos o dormidos, respiramos con el nombre de Dios en los labios".
Mons. Giovanni d'Ercole
Del muro de Fray Pablo cd
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