4 de marzo de 2020

El perdón es Invictus


Buscando una peli que me lleve a pensar por sobre estos momentos de tanta zozobra social y que se maride también con los caminos espirituales de cuaresma y acabo de ver por enésima vez Invictus.

Es una película humanamente magnífica y altamente recomendable para todo el que necesite renovar su confianza en las personas, que son las que, en última instancia, constituyen los pueblos. Confianza que, etimológicamente, viene a ser equivalente a fe.
Basada en hechos reales y ambientándose en la Sudáfrica de 1995, la película nos presenta a Mandela, comenzando a presidir un país roto, plagado de resentimiento y deseos de revancha de los unos, los negros, y del orgullo y suspicacia de los blancos. Un país dividido hasta por el tipo de deporte: rugby para los blancos, fútbol para los negros.
Mandela está solo, su familia ya no está con él, se ha hecho viejo e incluso físicamente se halla debilitado. No obstante, será él quien proponga, de forma implícita, un programa de gobierno que intente demostrar que “el perdón es un arma poderosa”. Hará del rugby y del equipo nacional, los Springboks, factores de unidad.
La memoria de un agravio, cuando no se supera, aprisiona a la persona y la condena a rumiar la ofensa indefinidamente, eso es el resentimiento, un estado morboso que consume las emociones de la persona y va provocándole amargura, que necesita hacer presente la ofensa constantemente para mantener vivo este re-sentimiento.
Uno de los mecanismos sociales que combate el resentimiento es la justicia, los procedimientos legales que buscan castigar una falta y reparar un daño. Pero también es cierto que existen situaciones, como la ejemplificada en la película, en que el mero ajuste de cuentas deja de ser efectivo, si lo que se pretende es la convivencia entre grupos humanos con historias diversas o enfrentadas. En tales casos, quedará la salida de la imposición, vía coerción, o la revuelta, vía insurrección, siempre violentas y nunca sin víctimas.
La admirable película de Clint Eastwood nos deja esa ilusión de la fe cristiana, o la fe humana a secas si se prefiere prescindir de la referencia religiosa explícita, en que siempre hay algo más grande y más profundo que los crudos hechos de la realidad. Así quedan resonando dentro de nosotros, para rumiarla y aplicarla:
El perdón libera el alma, extirpa el miedo, es por eso que el perdón es un arma poderosa.

No hay comentarios :