De los
Sermones de san Agustín, obispo (Sermón Mai 98, Sobre la ascensión del Señor,
1-2: PLS 2, 494-495)
Hoy nuestro
Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con él nuestro corazón.
Oigamos lo que
nos dice el Apóstol: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de
arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón
en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues, del mismo modo que él
subió sin alejarse por ello de nosotros, así también nosotros estamos ya con él
allí, aunque todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que se nos
promete.
Él ha sido
elevado ya a lo más alto de los cielos; sin embargo, continúa sufriendo en la
tierra a través de las fatigas que experimentan sus miembros. Así lo atestiguó
con aquella voz bajada del cielo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y
también: Tuve hambre y me disteis de comer.
¿Por qué no
trabajamos nosotros también aquí en la tierra, de manera que, por la fe, la
esperanza y la caridad que nos unen a él, descansemos ya con él en los cielos?
Él está allí, pero continúa estando con nosotros; asimismo nosotros, estando
aquí, estamos también con él. Él está con nosotros por su divinidad, por su poder,
por su amor; nosotros, aunque no podemos realizar esto como él, por la
divinidad, lo podemos sin embargo por el amor hacia él.
Él, cuando
bajó a nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver
al cielo. Él mismo asegura que no dejó el cielo mientras estaba con nosotros,
pues que afirma: Nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo,
el Hijo del hombre, que está en el cielo.
Esto lo dice
en razón de la unidad que existe entre él, nuestra cabeza, y nosotros, su
cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos
Identificados con él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del
hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.
En este
sentido dice el Apóstol: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros,
y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así
es también Cristo. No dice: «Así es Cristo», sino: Así es también Cristo. Por
tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros.
Bajó, pues,
del cielo, por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros
subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo descendió él solo, pero
ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la dignidad de la cabeza
con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que
éste no sea separado de su cabeza.
(Segunda Lectura, Oficio de Lectura de la Ascención)
Dato Interesante
Roca de la Ascención |
La tradición
ha consagrado este lugar como el Monte de la Ascensión. Los primeros cristianos
recordaban la ascensión reuniéndose en una gruta que se encuentra cerca,
probablemente por miedo de las persecuciones. Después del edicto de
Constantino, la primera iglesia fue construida en aquel lugar (390).
La basílica,
llamada Basílica de Eleona, debe su nombre a la palabra eleon que en griego
significa olivo, pero también recuerda el sonido de eleison, piedad,
misericordia. Actualmente es propiedad
del waqf islámico de Jerusalén, y es visitable después del pago de una cantidad
simbólica.
Basilica de la Ascención |
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