16 de septiembre de 2012

Ser presencia

Ser presencia, Señor, es hablar de Ti sin nombrarte; callar cuando es preciso que el gesto reemplace la palabra.
Ser luz que ilumina el lenguaje del silencio y voz, que surgiendo de la vida, no habla.
Es decirle a los demás que estamos cerca, aunque sea grande la distancia que separa.
Es intuir la esperanza de los otros y simplemente, llenarla.
Es sufrir con el que sufre y desde dentro, mostrarle que Dios cura nuestras llagas.
Es reír con el que ríe y alegrarse del gozo del hermano porque ama.
Es gritar con la fuerza del Espíritu la verdad que desde Dios siempre nos salva.
Es vivir expuestos y sin armas, confiando ciegamente en tu Palabra.
Es llevar el "desierto" a los hermanos, compartir tu Misterio y decirles que los amas.
Es saber escuchar tu lenguaje en silencio.
Y "ver" por ellos cuando la fe pareciera que se apaga.
"Ser presencia", Señor, es saber esperar tu tiempo sin apresuramientos y con calma.
Es dar serenidad con una paz muy honda.
Es vivir la tensión del desconcierto en una Iglesia que, porque crece, cambia.
Es abrirse a los "signos de los tiempos" manteniéndose fiel a tu Palabra.
Es, en fin, Señor, ser caminante en el camino poblado de hermanos, gritando en silencio que estás vivo y que nos tienes tomados de la mano.
Cardenal Eduardo Pironio

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