En rigor de la verdad no me gusto mucho esta peli a la que esperé con gran espectativa, pero me dejó con un gran sabor a poco, pero la reflexión que sigue a continuación es de un cura que cada uno de sus días pasa en ese medio y tiene la palabra autorizada...
¡QUÉ PEQUEÑO
ERA MI MUNDO!
Una tarde, mi
padre paseaba por San Pedro (localidad de la provincia de Buenos Aires) y,
mirando una villa instalada en una barranca, se acordaba de la frase de una
obra de teatro: ¨que pequeño era mi mundo¨
Esta frase
puede ser la conclusión de muchos que ven la película ¨Elefante Blanco¨. Se
muestra un mundo tantas veces ¨ninguneado¨ por el resto de la sociedad.
Podríamos decir que el tema de las villas hoy está en el “tapete”. Aparece en
programas y series de TV, ahora en esta película y en muchos comentarios de la
gente.
Esta película
es parte de un proceso de cambio en el que, como sociedad, queremos sacar del
¨olvido¨ a los villeros. Hoy los ponemos en ¨primera plana¨; se habla de ellos,
se les dedica notas, programas, películas, políticas públicas, proyectos de la
O.N.G...
Ninguneados o
en primera plana, conviene seguir abandonando una mirada lejana, distorsionada
y equivocada sobre los habitantes de las villas.
Tanto los
curas que vivimos en las villas como los vecinos somos seres humanos con luces
y sombras, con las contradicciones propias de quien está en camino. Llegará el
día en que no se necesite hablar de la villa como de un mundo lejano y
desconocido. Sabemos que la villa no es ¨un lugar al que hay que ayudar¨. Hay
mucho que aprender de estos barrios, que tienen mucho para aportar a la gente
de otros lados.
Está bueno que
se muestren realidades que existen en estos barrios, como el narcotráfico, la
toma de tierras y los sórdidos pasillos de las villas. Pero debemos saber que
la realidad de la villa es más amplia que esto que aparece. Es bueno que salgan
a la luz muchas realidades que antes ¨no existían¨. Pienso que vamos en camino
hacia una visión más integral sobre lo que se vive en estos verdaderos barrios
obreros, donde hay mucha droga y violencia pero también hay solidaridad, fiesta
y espíritu de progreso. Los curas que tenemos el privilegio de vivir en las
villas somos testigos de familias enteras que buscan salir adelante, jóvenes
que le pelean a la droga e intentan avanzar en su camino de recuperación. Miles
de hombres y mujeres salen temprano todos los días para ganar el pan con el
sudor de su frente.
Algún día, las
películas y los programas de televisión, reflejarán de manera más completa
todavía lo que pasa en las villas: el sentido de familia, la religiosidad
popular traída de las raíces, los jóvenes creciendo, las madres que son madres
de sus hijos y de otros también…
La Iglesia
acompaña la vida del barrio. Los curas no estamos solos. Los principales
actores de la Iglesia son los vecinos del barrio, hombres, madres y jóvenes que
se constituyen en líderes positivos para los menores. Es verdad que contamos
con trabajadores sociales y personal técnico, pero estos se ubican como parte
de un proyecto pastoral que va más allá de ¨correr detrás de emergencias¨.
Somos un pueblo en marcha. Gracias a Dios y a la Virgen, los vecinos de las villas
son protagonistas en su lucha por la dignidad, la inclusión y la liberación.
Celebramos que la película ayuda a sacar del
¨olvido¨ a los que Dios no olvida. Reconocemos que la realidad en las villas es
más de lo que refleja ¨Elefante Blanco¨. Soñamos con una integración urbana en
la que no haya excluidos y todos
ampliemos la mirada que tenemos del mundo.
PADRE TOTO de
VEDIA
(Vicaria de
Villas de Buenos Aires)
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