26 de octubre de 2011

MARIA Y LA ESPIRITUALIDAD DE NAZARET I
ENCUENTRO DE FAMILIAS DE CARLOS DE FOUCAULD



Guadix, 1-3 Diciembre de 2006
Reunidas las Familias de Carlos de Foucauld de Andalucía y Murcia en la Casa de Espiritualidad de Guadix, durante los días 1 al 3 de Diciembre de 2006, para encontramos, compartir experiencias, reflexionar juntos sobre los aspectos que María aporta a la espiritualidad de Nazaret, y unimos en la adoración y la celebración de la Eucaristía, después de la charla y el trabajo en grupos, ponemos en común nuestro trabajo:



¿QUÉ SUPONE PARA NOSOTROS MARIA DE NAZARET?
María ha sido, en muchas ocasiones para nosotros, la gran desconocida, alejándola de nuestra vida ordinaria de fe, Hemos compartido nuestra reflexión, y hemos de acercarnos a ella, descubriéndola como:
Modelo de mujer, de madre y de discípula.
Mujer sencilla, pobre, humilde y receptiva al Si de Dios a la humanidad. Mujer de fidelidad absoluta a Dios. Primera creyente, porque conoce al Dios del Amor.
Mujer de fe, de entrega, atenta a las necesidades del hermano, comprometida en lo cotidiano. Cuanto más cercana se descubre, mas nos identificamos con ella. Señal luminosa que nos marca el camino hacia su Hijo.
Profeta de nuestro tiempo.
En ella descubrimos como Dios se hace presente y salva en la debilidad.
ASPECTOS QUE NOS DESCUBRE MARIA PARA VIVIR LA ESPIRITUALIDAD DE NAZARET

Reencontrar el gusto por lo sencillo, sin preocupamos por la eficacia en la tarea cotidiana.
Cercanía, escucha y disponibilidad.
Acogida al otro -especialmente al inmigrante- y apertura a sus necesidades.
Vivir con hondura la soledad física y espiritual.
Actuar desde la profundidad de la fe -sobre todo para soportar las dudas.
Nos descubre cómo se va realizando la salvación desde lo sencillo.
El crecimiento del Reino también se va haciendo en lo cotidiano, a pesar de que nos gustaría ver pasos más decisivos tanto en la sociedad cómo en la Iglesia.
Ser capaces de dar una respuesta valiente a la llamada,
Nos cuesta mucho aún aprender de los silencios de Dios en nuestra vida.
¿QUÉ PUEDE APORTAR LA ESPIRITUALIDAD DE NAZARET A NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL?
El vivir desde la esperanza.
Acompañar, amistad gratuita, disponibilidad.
Saber estar en el mundo, comprenderlo, quererlo y hacer realidad nuestra fe en medio de él.
Favorecer hogares: lugares de acogida, de calor fraterno, sin problemas de agenda ni horarios para el que lo necesita.
Apostolado de la bondad: sencillez, sonrisas, abrazos y palabras amables.
Actitud de tolerancia con el distinto, de servicio al otro.
Personas orantes, despojadas de poder.
Evangelizar con la presencia, con la amistad, encarnarnos - poner amor y esperanza en el corazón de los problemas- en las realidades de los que conviven a nuestro lado.
Vivir en pobreza efectiva, entregando el corazón -nuestra única riqueza- a "fondo perdido".
Contemplativos en la acción
Hacer y hablar: necesidad de la coherencia fe-vida. Que nuestros testimonios de palabra vayan acompañados de nuestras obras.
Dar razones de nuestras preocupaciones: anunciar y denunciar.

Aspectos que aporta María a la espiritualidad de Nazaret

INTRODUCCION

¿Cómo hablar de María con la suficiente ternura, con la necesaria verdad? ¿Cómo explicar su sencillez sin retóricas y su hondura sin palabrerías? ¿Cómo decirlo todo de ella sin inventar nada, si lo único que realmente conocemos con certeza de ella por los evangelios no va más allá de doce o catorce líneas?
MARIA, MUJER COTIDIANA
Situar a María en su vida cotidiana a menudo se nos escapa y centramos nuestra mirada en las intervenciones divinas que la sitúan en un piano enormemente cercano al misterio, a veces incluso fundiéndose en El. Dichos acontecimientos trascienden lo meramente humano y nos hacen, quizá, dejar en un segundo lugar la vida diaria de María; olvidando así, que esa vida de cada día tiene mucho que contarnos y aclararnos de aquella de quien afirmamos que es Madre de Dios y Madre nuestra.
Acercarse a la biografía de María de Nazaret se hace difícil principalmente por la escasa referencia que de ella encontramos en los evangelios, pero sin duda de esos pasajes, contados. pero a la vez ricos en contenido, podríamos deducir, sin temor a equivocarnos, la grandeza de una mujer de a pie a quien no todo le vino resuelto por el hecho de haber sido elegida por Dios para que diera acogida en su seno a Jesús.
No tuvo que ser nada fácil abrirse al proyecto de Yahvé en sus anos adolescentes. El "hágase" dicho al ángel no es una respuesta idealista propia de sus anos, sino una respuesta consciente que se traduce en coherencia a los pocos días en su actitud de servicio con Isabel.
San Juan relata otra escena en la que este compromiso con la construcción del Reino se hace patente en un gesto humano y sencillo de María: su sensibilidad femenina ante el apuro de los novios de Cana, "no tienen vino", ¡qué propio de una mujer intuir que algo no va bien en los rostros preocupados de los anfitriones!. María es extraordinaria y a la vez un testimonio cuya proyección resulta para el cristiano un modelo de configuración por su forma de aterrizar en lo habitual y diario.
Es extraordinaria en su disponibilidad y fe absolutas. Sus "Si" firmes y confiados a la voluntad de Dios nos hacen percibir que Ella era una criatura especial, diferente, pensando incluso que pudiera estar hecha de otra pasta distinta a la nuestra. Sin embargo... María es plenamente humana, plenamente mujer, plenamente cotidiana. Es en esta cotidianidad de María donde se va forjando la fuerza interior para radicalizar la opción por Dios en Nazaret, Belén, Cana, Getsemani o Jerusalén; porque a pesar de la admiración que pueda producir lo grandioso: DIFÍCIL, inmensamente difícil, ES LO PEQUEÑO.
María vive intensamente cada momento, haciendo de ese momento un instante y un lugar privilegiado de encuentro con Dios. Es la fidelidad en los pasos pequeños y constantes del andar cotidiano lo que cristaliza en un "Si" absoluto en las situaciones que exigen una contundencia valiente y generosa.
Sin duda, las grandes obras maestras se realizan a través de numerosas pinceladas, todas ellas de una calidad indiscutible.
Como diría Leonardo Boff: "...Ella es una humilde, pobre y anónima aldeana, pero en Ella también se encuentro e/ puño de convergencia de los impulses vitales femeninos... como madre, esposa, hermana y amiga"
Todas estas dimensiones incuestionablemente femeninas y cotidianas constituyen el marco perfecto para que María, sin dejar de ser una mujer normal, sea una colaboradora excepcional y directa con el plan salvífico de Dios. Asume constantemente los acontecimientos del día a día como su historia de salvación personal, en la que lo ordinario y lo extraordinario, lo sencillo y lo complicado, lo grande y lo pequeño, adquiere un sentido decidido de entrega y de comunión con el ser humano y con lo divino.
María vive como nadie al servicio del proyecto de Dios porque es capaz de transformar la rutina en oportunidad para hacer presente el Reino, porque abraza ilusionada el don de la vida para dar, y porque, aun habiendo sido elegida por Dios, no introduce su vida en un paréntesis al margen del resto de la humanidad, sino que sigue siendo una mujer de a pie, una mujer cotidiana.
Casi no vemos rasgo alguno extraordinario en el exterior de la Virgen. No es, al menos, eso lo que la Escritura subraya. Su vida es presentada como algo muy simple y común en lo exterior. Ella hace y sufre lo que hacen y sufren las personas de su condición -mujer judía. Con todo lo que eso conlleva en aquella época-. Visita a su prima Isabel, como lo hacen los demás parientes. María va a inscribirse a Belén, con otros más. Su pobreza la obliga a retirarse a un establo. Vuelve a Nazaret, de donde la alejara la persecución de Herodes; y vive con Jesús y José, que trabajan para procurarse el pan cotidiano.
A.- UNA PRIMERA VALORACIÓN
No son pocos los cristianos que quedan sorprendidos, si es que no defraudados, cuando se percatan de la escasa atención que presta a María la Palabra de Dios. Pasan por alto dos hechos, que -mas que explicar tal desinterés- ayudan a centrar la devoción por la madre de Jesús en el corazón mismo del evangelio.
No puede ser casual que hayan sido los evangelios los únicos libros del NT que nos recuerdan a María y su aventura de fe. No podía haber quedado la evocación canónica de María mejor colocada; allí donde los primeros testigos recogieron cuanto sabían sobre "todos /os cosas que Jesús desde un principio hizo y enseñó" (Hch. 1,1), no pudo faltar María.
La memoria apostólica de Jesús ha rescatado - ¡y para siempre! - del olvido a María. Por sobria que se nos antoje su presencia en la tradición apostólica o poco relevante el pape! que allí se le asigna, el hecho es que ello mismo obliga a mantener cercano al Cristo del evangelio a quienes deseen acercarse a la virgen de Nazaret. Lo que significa que para ser, en verdad, mariano, el creyente ha de ser más evangélico.
No es fruto del azar, tampoco. el que hayan sido Lucas y Juan los dos evangelistas mas recientes, los más próximos a nosotros - es un decir — y mas alejados de los hechos que narran, quienes nos han transmitido, mas que retrato de su persona, un esbozo de su aventura de fe. Cuanto mas débil se estaba haciendo la memoria apostólica, más nítida aparece en ella la figura de María; cuanto mas probada la fidelidad de las comunidades cristianas, mas modélica la peregrinación creyente de María (Lucas) y mas eficaz su acompañamiento en la vida de fe de los discípulos de su Hijo (Juan). Las primeras generaciones cristianas que descubrieron a María como creyente ejemplar y madre de discípulos fieles, vivían acosadas en su fe y tentadas por el aparente abandono de su Señor. Su devoción por María no fue pasatiempo inútil ni juego de sentimientos; fue, y debería seguir siéndolo hoy, ocupación para tiempos difíciles.

B.- MARIA DE NAZARET: Una mujer pobre y de pueblo
¿Cómo veían, pues, las primeras comunidades cristianas a María? ¡Qué creían de ella?
QUE DIOS SE HABÍA HECHO HOMBRE EN MARIA. Eso esta muy claro para la comunidad: que María es la madre de Jesús de Nazaret, y que este Jesús, y no otro, es el Hijo de Dios que se hizo hombre en María.
QUE MARIA, LA MADRE DE JESÚS, ES MUJER ANTES QUE MADRE. María, antes que madre, fue mujer. Una mujer que consciente y libremente se arriesgó y asumió sus responsabilidades:
- Ante Dios: dio su Sí a Dios después de cerciorarse bien sobre lo que se le pedía (Lc. 1, 34-38)
- Ante la sociedad: arriesgándose a ser criticada (Mt. 1.18).
- Ante la historia: respondiendo a Dios con todo su yo humano, femenino, en la misión mas importante encomendada por Dios a una persona (Lc. 1,31-33. 38; Jn. 19,25).
María contó con un esposo, José, que la respetó (Mt 1,18-19), creyó y confió en ella (Mt. 1,24-25), la dependió (Mt.2,14).

INMACULADA Y HUMANA:

En la fiesta de la Inmaculada celebramos que en María no hay nada de mancha o pecado. Concebida desde el amor y para amar. Entrañada en Dios, que es Amor.
Pero fue humana. No podemos decir que María no sintiera nuestras debilidades o tentaciones. No va a ser ella menos humana que su Hijo. No debió ser nada fácil para ella vivir radicalmente su fe, entregarse a la voluntad de Dios, vivir enteramente para los demás. No le debió ser nada fácil callar, decir que si, escuchar palabras que no entendía o anuncios dolorosos, aceptar cómo su Hijo cada vez se iba haciendo mas mayor. Hubo que sufrir la duda, la lucha, el miedo, la humillación. Hubo de temblar y llorar ante el vaciamiento radical que se le pedía. Fue humana Maria. No fue diosa, distante de la humanidad.

C. QUE MARIA, LA MADRE DE JESÚS, ES UNA MUJER POBRE, UNA MUJER DEL PUEBLO
Dios fue enteramente libre para escoger a la madre de su Hijo. ¿A qué María escoge Dios, de entre tantas mujeres, para Madre de su Hijo hecho hombre? ¿A qué "señora" elige?
A UNA MUJER JUDÍA. María pertenece al pueblo judío, un pueblo pequeño, entonces pobre, colonizado y ocupado militarmente por el Imperio Romano (Lc. 2,1-7). María es de una región, Galilea, despreciada por los de la capital (Jn. 7,52), de un pueblito del que se dice "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" (Jn. 3,46)
A UNA MUJER POBRE. Esta es la realidad. Dios no escoge a una princesa. a una persona importante, Lo podía hacer. Pero María ni siquiera es la prometida de un sacerdote judío (y había 7.200 en aquella nación tan pequeña), ni de un doctor (escriba), ni siquiera de un piadoso fariseo. Mucho menos es la mujer de un hacendado, ganadero o comerciante judío. De una mujer pobre nació el Hijo de Dios en la tierra. María se convierte en el sacramento de la opción de Dios por los pobres.
A UNA MUJER DEL PUEBLO. La madre de Dios es María de Nazaret, un pueblecito pequeño, más bien caserío. Es una mujer campesina. Como su hijo Jesús "el de Nazaret" (Cf. 1,45-46), nació y vivió pobre en medio de su pueblo. Da a luz a su hijo en un establo y no tiene otra cuna para él que un pesebre de animales (Lc. 2,7-19). Cuando su esposo José lo Lleva por primera vez al templo. presentan la ofrenda de los pobres (Lc. 2,34; cfr. Lv.12,8).
María y José no tenían dinero para dar estudios a Jesús: "Los dirigentes judíos se preguntaban extrañados ¿cómo sabe este tanto si no ha estudiado?" (Jn. 7,15). Cuando Jesús vuelve a Nazaret, donde se había criado, como profeta que dice y hace cosas maravillosas. lo desprecian por ser hijo de una pobre mujer de pueblo: "El hijo de María" (Mc. 6,1-6).

D. QUE A ESA MARIA Y N0 A "OTRA" ESCOGIÓ DIOS.
Los hijos queremos lo mejor para nuestras madres. Y lo mejor que quiso Dios, lo mejor que quiso Jesucristo para su madre es que ella fuese una mujer pobre, una mujer del pueblo, ¿por que será? Por supuesto que María era consciente de ser una mujer pobre, del pueblo, y lo aceptó, y lo quiso, y dio gracias por el hecho de que ella, siendo pobre y del pueblo, fuese la favorecida por Dios:
"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava (Lc. 1,46-48-49)
El buen hijo no se avergüenza de su madre. Dios. Jesús, no se avergüenza de María de Nazaret. ¿Y nosotros nos vamos a avergonzar de ella cubriéndola con galas que no van con una mujer del pueblo, con una mujer pobre? Dios la quiso con otras "prendas".
María de Nazaret, la única Virgen María que existe, no es un ídolo extraño, de otro mundo, enjoyada, arrancada del pueblo, apartada, y sentada e identificada con los poderosos. Así no la quiso Dios. El único Dios vivo y verdadero, el Dios de Jesús, quiso y buscó a la madre de su hijo donde mejor, según El, podía estar al alcance de todos y ser buscada: en el pueblo pobre y humillado, donde todos, pobres y ricos, podían fácilmente encontrarla. Porque así es Dios.
'YO. EL SEÑOR, QUE SOY EL PRIMERO. YO ESTOY CON LOS ÚLTIMOS' (Is. 41.4)
No buscó lo grande, lo brillante, lo influyente, ni siquiera lo santo: buscó una muchacha, la mas pequeña del pueblo mas vulgar de la nación más oprimida.
No es que fuera tan buena y tan santa que atrajera la mirada y el corazón de Dios, sino que la mirada y el amor de Dios la hizo tan buena y tan santa. La iniciativa siempre parte de Dios, y cuando El actúa deja siempre la marca inconfundible de la pequeñez y la humildad.
0 sea, que Dios no quiere nuestras cosas, sino nuestro vacío; no quiere nuestras virtudes, sino nuestra pobreza, no quiere nuestros méritos, sino nuestra fe. Al que se cree digno y capaz, Dios le deja que se las arregle por su cuenta. Pero al que se cree pequeño e insuficiente, Dios le acaba enviando el ángel de la Anunciación.

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