Canciones del alma en la íntima comunicación, de unión de amor de Dios.
1. ¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando. muerte en vida la has trocado.
3. ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!
4. ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
San Juan de la Cruz, nacido en una familia pobre, ingresó como carmelita en Medina del Campo, siendo ordenado sacerdote al terminar sus estudios en la Universidad de Salamanca.
Colaboró estrechamente con santa Teresa de Jesús en la reforma del Carmelo, lo que le supuso muchos sufrimientos, llegando incluso a ser encarcelado.
Mientras se preparaba para ir a México, enfermó gravemente y murió, dando un ejemplo de serenidad y paciencia en medio de sus dolores.
En sus libros, como “Subida del Monte Carmelo”, “Noche Oscura”, “Cántico Espiritual” o “Llama de amor viva”, de gran profundidad mística, nos propone un itinerario espiritual para alcanzar la santidad.
Para llegar a la unión de amor con Dios hay que purificarse de todo afecto desordenado. Pero este proceso, aunque exige la colaboración del hombre, es obra de Dios, ya que el ser humano por sus propias fuerzas es incapaz de realizarlo.
En cambio, mediante la fe, esperanza y caridad, se dispone a la acción de Dios, amándolo con el mismo amor con que Él lo ama.
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