8 de febrero de 2011

Cumpleaños de un buen hombre......

La teología ha sido grande cuando ha sido de santos y pastores. Así dijo alguien, y tiene toda la sabiduría del mundo. La teología se profundiza cuando se es profundamente pastor” asi lo recordamos monseñor de aquellos largos años de formación en el seminario, ojala que siga por muchos años más regalandose por aquellas tierras. Mi recuerdo afectuoso a un buen hombre y un apasionado por la Iglesia.

“Mi proyecto no es el descanso, sino dar más”
Dice que “en el fondo del alma” le teme a la muerte, pero su proyecto de vida es seguir adelante y no detenerse, aunque la edad a veces le pesa.
“Yo quiero seguir como antes, pero la fuerza a veces no me da”, admite.
Le preocupa el relativismo cultural, la falta de solidez en las vocaciones sacerdotales, la desvalorización de la educación, y lamenta no haber escrito, todavía, un libro.
Estanislao Esteban Karlic, nacido el 7 de febrero de 1926 en Oliva, 14.000 habitantes, a medio camino entre Córdoba capital y Villa María, en el departamento Tercero Arriba, en el centro geográfico del país, habla con un tono sereno e intimista.
Está sentado a una mesa en una sala rodeada del silencio más absoluto un anochecer de sábado y habla de asuntos de este tiempo, y de la propia vida, y dice que lleva a cuestas un temor: a la muerte.
–Siempre hay un temor real; lo tengo en el fondo del alma. Pero tengo tan claro lo que es la muerte, que me quiero preparar, porque creo que es el momento más hermoso de la vida. Es el momento de la entrega. La muerte es el último acto del amor, y de la libertad, y por eso nos preparamos en cada acto de amor y libertad de la vida.

Dice eso al final de una entrevista de una hora durante la cual ha preferido hablar de los temas profundos de la fe, desde el lugar que mejor conoce y que más le sienta: la Teología.

Y habla de una de sus preocupaciones capitales, el relativismo, y el cuestionamiento hacia la fe, hacia la existencia de Dios, hacia los valores cristianos.
“El hombre está cuestionando sin tener siempre las soluciones. Me gusta pensar que siempre tenemos que vivir con capacidad de estar resolviendo las cuestiones de fondo. Cuando dejamos de pensar las cuestiones de fondo, cuando nuestra rutina no es la altura, empezamos a tener problemas. El hombre, o vive en su grandeza, o empieza a sufrir”, dice Karlic, y sostiene ese pensamiento durante toda la charla.

La charla tuvo una excusa, la celebración, hoy, de los 85 años de vida de un hombre que fue por veinte años arzobispo de Paraná, durante dos períodos presidente del Episcopado Argentino, durante años redactor del Nuevo Catecismo de la Iglesia Universal, hoy arzobispo emérito, y convertido en cardenal, en 2008, por Benedicto XVI.
Pero Karlic aclara que a los cumpleaños no los celebra.

EDUCACION PASADA. Karlic es hijo de inmigrantes, inmigrantes croatas, Juan Karlic, Emilka Mavric, uno llegó primero, el papá; la mamá, después. Antes, los Karlic-Mavric se casaron en su tierra, Croacia, y allí nació el primer integrante de la familia, que enseguida murió.
El cardenal estudió la escuela primaria en su pueblo, Oliva, y a los 14 años se mudó a Córdoba capital, y estudió en el Colegio Monserrat, y al concluir la secundaria, intentó la carrera de Derecho, pero allí duró sólo un año: al otro, ingresó al Seminario cordobés.
Fue ordenado sacerdote en Roma el 8 de diciembre de 1954. En 1965 se doctoró en Teología en la Universidad Gregoriana de Roma, y después de ejercer la docencia en su provincia, el 19 de enero de 1983 fue elegido arzobispo coadjutor de Paraná y administrador apostólico sede plena, y sucedió a Adolfo Servando Tortolo. Y en ese cargo permaneció hasta 2003.

Tiene dos hermanas: Catalina, viuda, que vive en Oliva, en la casa paterna; y Emilka, una religiosa de la Congregación de la Virgen Niña, que atraviesa un delicado estado de salud, y está en la provincia de Buenos Aires.
–Sus padres bajaron de los barcos.
–Sí. Vino mi padre a abrir camino, y después vino mi madre
.–¿Su padre estuvo en Paraná?
–Sí, por supuesto. La primera fotografía que tenemos de él en la Argentina fue en el monumento a Urquiza, en el Parque. Yo no sé por qué vino a acá. Pero pasó por acá. Que yo sepa no trabajó aquí. Me parece que su primer puesto de trabajo fue en Esperanza, en Santa Fe, y de ahí pasó a Oliva, en Córdoba. No puedo olvidar los esfuerzos hermosos que se hacían en casa para que pudiéramos nosotros vivir nuestra niñez en nuestro pueblo, y seguir los estudios.
Con 14 años me fui a Córdoba. Estuve en una casa de pensión, en Córdoba. Me parece muy importante decir esto: nunca me sentí solo.
Me sentí acompañado por los compañeros de colegio, por la familia, por la iglesia. En la enseñanza nuestra en la primaria y en la secundaria nos exigían hermosamente. Y eso nos hacía tener esperanza. Teníamos profesores excelentes.
–La educación de hoy no es como la de entonces.
–Eso es lo que a mí me preocupa muchísimo. Nos hacían conocer gente de primer orden. El fundador del Instituto Balseiro, un hombre joven, nos visitaba. Y los profesores nuestros en el secundario eran grandes profesores de la Universidad.
La Argentina, en ese tiempo, tenía una tradición educativa formidable, seriamente llevada adelante por los docentes. Yo pude estudiar un año de Universidad, y en seguida pasé al Seminario. Dios me bendijo en eso. Pero era el pensamiento de muchos de nosotros: seguir estudiando.

HACIA ADELANTE. Karlic celebra hoy 85 años de vida pero no se piensa como un hombre retirado, sino en acción.
“Me quisiera ver con más responsabilidad de hacer presente el misterio de Dios, con más responsabilidad de hacer presente el misterio de la iglesia, con mucha humildad, pero con mucha responsabilidad”, dice.

Y ademas agrega: que admira en Benedicto XVI su “pasión por la verdad”, y lo dice desde la profundidad del conocimiento. “Yo lo conozco desde que era profesor de Teología, y le veo el mismo estilo”, acuerda, y agrega: “Yo lo conocí cuando estaba en Ratisbona (Alemania). Tiene un año menos que yo. Pero él ya era conocido como teólogo cuando yo estaba haciendo la tesis”.

No hay en este hombre un atisbo de agobio, ni de pesadumbre por los años vividos sino la expectativa puesta en lo que vendrá. Se reprocha no haber volcado en un libro todos sus pensamientos, aunque dice que todavía está a tiempo de saldar esa cuenta.
“Lamentablemente no lo he hecho, y no me glorío de eso. Una pena que no haya hecho eso. Es un esfuerzo muy grande. El estilo de vida mío me hace muy temeroso. Respeto mucho el escrito, venero mucho el escrito. He escrito artículos. Rece para que pueda escribir más. Creo que la teología argentina, sobre todo de mi generación, es deudora del papel”.

–¿Cómo ve la realidad de la Iglesia de hoy?
Veo por un lado cosas dolorosas, y por otro lado, cosas estupendas. Pasamos del calvario a la resurrección. En el Seminario uno ve a la juventud y dice: qué hermoso que estos jóvenes, en este mundo, quieran entregarse completamente al servicio de Dios y de los hombres. Y por otra parte, preocupa ver que no tenemos tanta respuesta como en otros tiempos. Aunque en otras partes del mundo crecen las vocaciones. Lo que es cierto es que Dios sigue llamando, y hay capacidad de repuesta. Ahora, la cuestión es, como siempre, o todo o andamos mal. La entrega es total, o andamos mal, y desde el comienzo.

La mirada, atenta, es la misma de siempre, por más que Karlic insista en que hay más años, y que los años pesan.
“Yo quiero seguir como antes, pero la fuerza a veces no me da. No es la capacidad de antes. Se ha disminuido, y eso hace que cambien un poco las cosas. Pero yo sueño con dar todo lo que pueda. El proyecto no es el descanso, el proyecto es dar todo. Antes podía dar ocho horas de trabajo, ahora puedo dar una. Pero la medida es todo. No sé cuánto. Una de las cosas que me doy cuenta es que cuando uno se siente sirviendo, se vitaliza, no se agota. Se enriquece.


–¿Celebra sus cumpleaños?
Yo doy gracias a Dios, pero mi cumpleaños no ha sido una gran fiesta que yo haya buscado, que haya pensado para mí. Le agradezco a Dios, pero no lo celebro de ese modo. La celebración es la misa, y ya con eso me basta. Y después, el encuentro con los amigos, con los hermanos, eso sí me gusta. Los regalos de Dios son las personas.

FUENTE: www.eldiariodeparana.com.ar

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