'Buenas noches y buena suerte' puede ser, para algunos, pura nostalgia: nostalgia de una televisión responsable, nostalgia de un periodismo limpio de ideologías y de afinidades políticas o empresariales, nostalgia de los empresarios de comunicación con espíritu periodístico, nostalgia del blanco y negro en el cine, incluso nostalgia de cuando se podía fumar en las redacciones de prensa...
Para otros, ajenos al mundo del periodismo, puede ser 'simplemente' una historia emocionante y una excelente película, un retrato fiel de unos hechos contados de manera tan verosímil y tan equilibrada que hace creer al espectador que está presenciando, en vivo, en directo y en primera fila, la emocionante aventura diaria de un puñado de periodistas que combatieron y vencieron al senador McCarthy, el perseguidor de la 'caza de brujas'.
Lejos de un cine comercial de masas, esta película, la tercera dirigida por George Clooney, exige, para su disfrute pleno, un cierto nivel de conocimiento de la historia, de los hechos reales que retrata y de sus protagonistas.
En cualquier caso, con una introducción esclarecedora, Clooney consigue situarnos sutilmente en el momento histórico, el escenario y el contexto en el que tendrán lugar los hechos. Son los años 50, los comienzos de la televisión, cuando los profesionales llegados de la radio trataban de consolidar con éxito un nuevo lenguaje con una capacidad de influencia desconocida hasta entonces.
Se daban cuenta de que la fuerza de la imagen convencía de manera fulminante y, además, llegaba reforzada por las dotes oratorias de locutores como Edward R. Murrow , el protagonista.
Una época floreciente que se desarrollaba paralela a uno de los periodos más oscuros de la política estadounidense: la persecución de comunistas y supuestos comunistas que llevó a cabo el senador Joseph McCarthy a bordo del Comité de Actividades Antiamericanas.
McCarthy se limitaba a juzgar a personas sin pruebas, con sus afirmaciones como único argumento. Así puede constatarse en el metraje documental de la película: al menos un 10% lo componen discursos y alegatos reales del senador en las vistas orales que celebraba. Es la mejor forma de poder comprobar la teatralidad y la radicalidad con las que exponía sus juicios de valor. Hasta tal punto es así que si lo hubiera encarnado un actor habría parecido que sobreactuaba, restándole credibilidad.
McCarthy se limitaba a juzgar a personas sin pruebas, con sus afirmaciones como único argumento. Así puede constatarse en el metraje documental de la película: al menos un 10% lo componen discursos y alegatos reales del senador en las vistas orales que celebraba. Es la mejor forma de poder comprobar la teatralidad y la radicalidad con las que exponía sus juicios de valor. Hasta tal punto es así que si lo hubiera encarnado un actor habría parecido que sobreactuaba, restándole credibilidad.
Sus contumaces acusaciones acabaron forjando una cultura del miedo tan útil para el poder político. Numerosas figuras públicas, sobre todo del mundo del espectáculo y la cultura, cayeron defenestradas, delatadas por sus propios compañeros, y muchos funcionarios perdieron su puesto de trabajo.
Corría 1953 cuando el equipo del programa 'See it now', de la CBS, dirigido por Edward Murrow (David Strathairn) y su productor, Fred Friendly (George Clooney), decide sacar a la luz la arbitrariedad con la que se ha destituido a un miembro del Ejército por la única razón de que su padre y su hermana, supuestamente, simpatizaban con el comunismo.
A partir de ahí, pese a las amenazas llegadas desde el Comité de Actividades Antiamericanas, que afirmaba que Murrow también era comunista por criticar la persecución de personas, se sucedieron una serie de programas dedicados al tema, incluido uno sobre el senador McCarthy y otro en el que él mismo trató de defenderse en una entrevista realizada por el periodista.
Los argumentos neutrales de Murrow fueron más convincentes que las afirmaciones arbitrarias de McCarthy, pero pese a que el final de la historia ya es conocido, es mejor no revelárselo a quien lo ignore porque hace la película más emocionante.
Corría 1953 cuando el equipo del programa 'See it now', de la CBS, dirigido por Edward Murrow (David Strathairn) y su productor, Fred Friendly (George Clooney), decide sacar a la luz la arbitrariedad con la que se ha destituido a un miembro del Ejército por la única razón de que su padre y su hermana, supuestamente, simpatizaban con el comunismo.
A partir de ahí, pese a las amenazas llegadas desde el Comité de Actividades Antiamericanas, que afirmaba que Murrow también era comunista por criticar la persecución de personas, se sucedieron una serie de programas dedicados al tema, incluido uno sobre el senador McCarthy y otro en el que él mismo trató de defenderse en una entrevista realizada por el periodista.
Los argumentos neutrales de Murrow fueron más convincentes que las afirmaciones arbitrarias de McCarthy, pero pese a que el final de la historia ya es conocido, es mejor no revelárselo a quien lo ignore porque hace la película más emocionante.
Un protagonista deslumbrante
'Buenas noches y buena suerte' es prácticamente una película documental, una recreación fiel de un programa de televisión centrado en su presentador, el gran Edward R. Murrow, padre del periodismo televisivo. David Strathairn lo encarna con una credibilidad tal que hace que olvidemos que estamos viendo una película y creamos que estamos viendo su programa de hace 50 años, envuelto entre volutas de humo.
Es tan bueno que permite al espectador intuir la presión y la responsabilidad que Murrow sostenía sobre sus hombros en cada programa, con cada editorial de despedida antes de despedirse con un seco "buenas noches... y buena suerte".
El actor y director ha conseguido acoplar perfectamente en torno a él el ambiente de la redacción: entre la intensa actividad que genera la información y la tensión del desafío al poder político.
El actor y director ha conseguido acoplar perfectamente en torno a él el ambiente de la redacción: entre la intensa actividad que genera la información y la tensión del desafío al poder político.
También deja constancia de la connivencia con la que pudieron trabajar por parte de los propietarios de la cadena, que confiaban en la responsabilidad de sus periodistas.
Toda la película se desarrolla en interiores, a veces un tanto agobiantes. Aunque precisamente esto ayuda a valorar la destreza de Clooney en el rodaje.
Toda la película se desarrolla en interiores, a veces un tanto agobiantes. Aunque precisamente esto ayuda a valorar la destreza de Clooney en el rodaje.
El plano corto y los espacios cerrados contribuyen a aumentar la tensión del día a día de aquellos reporteros. Obsérvese que los planos se abren cuando las situaciones se relajan.
La banda sonora corre a cargo de la deliciosa cantante de jazz Dianne Reeves, ganadora del Grammy, que aparece en pantalla interpretando sus envolventes temas.
Cabe destacar también la participación de Robert Downey Jr., como periodista del equipo de Murrow, y la magnífica y entrañable interpretación de Frank Langella como presidente de la CBS, entre la responsabilidad cívica y el interés empresarial.
Acento crítico
El guión, escrito por Clooney y por el productor, Grant Heslov, también retrata la televisión de aquella época en EEUU, que es el país que ha marcado y sigue marcando el paso en el desarrollo de la sociedad mediática. Resulta sorprendente ver cómo hace ya 50 años se hablaba de la decadencia de la televisión como medio informativo y de su entrega a la publicidad por la vía del espectáculo y el entretenimiento fácil. Lo hizo el propio Murrow en un discurso cuando la cadena dejó de apostar por su programa.
"Este aparato puede enseñar e iluminar, no sólo entretener y aislar. Si no, sólo es una caja de cables y luces", reivindicaba a finales de los 50. Según se atrevió a afirmar, la televisión fomentaba ya entonces el "escapismo de la realidad" y consistía en "despistar, engañar y divertir".
El presidente de la CBS, durante un duelo dialéctico genial, le sentencia: "La gente quiere divertirse, no una lección de civismo".
Otro de los mensajes implícitos en la película pone su acento en la libertad de expresión y en el deber del periodista de denunciar los abusos de poder sin ceder al chantaje o al miedo. En Estados Unidos se ha interpretado que la película lleva implícita una crítica a las restricciones de algunos derechos y a la censura y la autocensura de los medios.
"Como nación, lo hemos heredado todo a tierna edad. Nos autoproclamamos los defensores de la libertad donde quiera que la siga habiendo en el mundo, pero no nos es posible defender la libertad afuera si la descuidamos en casa", señala en una de sus despedidas a la audiencia.
'Buenas noches, y buena suerte' cuenta con seis nominaciones a los Oscar de este año: mejor película, director (Clooney), actor principal (David Strathairn), guión original, dirección de fotografía y dirección artística
No hay comentarios :
Publicar un comentario