5 de octubre de 2010

Breve Historia de la Teología de la Liberación (I)

Historia Breve de la Teología de la Liberación (1962-1990)
Roberto Oliveros Maqueo SJ en Koinonia

Por un par de post trataremos de conocer un poquito de la historia de la Teología de la Liberación, como un puente de crecimiento en la historia de nuestra Iglesia latinoamericana, este material pertenece al Padre Oliveros Maqueo a quién agradecemos profundamente su trabajo.

Hablar de teología en América latina lleva a hablar de la teología de la liberación. En ella se presenta, por primera vez en la historia de nuestro continente, una reflexión propia y encarnada en la situación de las personas y pueblos de América.

La realidad latinoamericana, reflexionada y profundizada a la luz de la fe en la teología de la liberación, ha ofrecido reorientación y ha rejuvenecido la tarea del cristianismo y de la Iglesia.
¿Qué es la teología de la liberación? ¿Cómo ha surgido y crecido? ¿Cuáles son sus aportes centrales? ¿Por qué suscita controversia?

Estos y otras preguntas similares es lo que trataré de iluminar y responder en este trabajo. Para facilitar la exposición y lectura del mismo, voy a concentrarme en: la experiencia fundante de la teología de la liberación; su método; y su desarrollo histórico que comprende los rasgos centrales de la relectura de los grandes temas teológicos, las críticas, retos, y los aportes centrales de la teología de la liberación.

I. TEOLOGIA DE LA LIBERACION: SU EXPERIENCIA FUNDANTE


¿Cuál es la experiencia fundante de la Teología de la Liberación? ¿Qué hechos marcaron su surgimiento?
Como hecho que facilitó su surgimiento, aparece el Concilio Vaticano II y su llamado y puesta en práctica de abrirnos al mundo en el cual la Iglesia debe actuar como Sacramento de Salvación. El Vaticano II derribó muros objetivos y subjetivos que nos distanciaban y deformaban la realidad[1]. .
Y al contemplar la realidad en América Latina, el mundo de las mayorías y abrir los ojos a ellas, nos encontramos cara a cara con la injusticia secular e institucionalizada que somete a millones y millones de personas a inhumana pobreza. Tropezar a cada paso con esa injusta pobreza sacudió profundamente los corazones cristianos bien intencionados. Esta experiencia, aunque lejana en el tiempo, permitió acercarnos a la de Moisés ante la situación de sus hermanos israelitas en Egipto: ¡es
a situación de esclavitud no podía ser la voluntad de Dios! Y desde la fe en el Dios de Israel comprendió su misión.

El hecho brutal de la esclavitud y pobreza de las mayorías latinoamericanas empujaron decisivamente a reflexionarlas a la luz de Dios de Jesucristo y recomprender nuestra misión. Cómo anunciar y vivir la Buena Nueva del Reino implicó el adquirir una nueva conciencia del ser y quehacer de la Iglesia.

¿Cuál es la experiencia e intuición originales de las que brota la Teología de la liberación? No fue otra que la experiencia cotidiana de la injusta pobreza en que son obligados a vivir millones de hermanos latinoamericanos. Y en esta experiencia y desde ella, la palabra contundente del Dios de Moisés y de Jesús: esta situación no es conforme a su voluntad, sino contraria a ella.


En esta experiencia fundante destacamos tres elementos importantes: los pobres, las formas de la caridad cristiana hoy y la conversión.

1. Los pobres y la pobreza
La década de los setenta fue escenario de un continuo debate sobre quién es el pobre y qué se entiende por pobreza evangélica[2] . En Medellín se había destacado proféticamente la injusticia en que vivían pueblos enteros:

“El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantiene a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte”[3]

Esta constatación abrió el corazón de muchos a la causa de los pobres, además de provocar el enriquecimiento de la fe desde la perspectiva de los oprimidos de la tierra. Pero también suscitó una reacción de desconfianza y aún de rechazo. Es más, se formó un clima de confusión y oscuridad que intentó nuevamente ocultar la realidad.

Hacia el final de los años setenta todavía era frecuente escuchar que los pobres estaban en esa situación por ser flojos y viciosos; o que los ricos materialmente eran muy pobres en valores espirituales. . Semejantes frases, al generalizar el mal y no distinguir causa y efecto, pretendían mantener, al menos, la conformidad ante las tremendas injusticias sociales.

Sin embargo, la experiencia del dolor secular de los campesinos, de los indígenas y de los negros, que toma nuevas formas en la barriadas y campos latinoamericanos y cuyo clamor, si en momentos apareció sordo, se fue haciendo cada día más claro y fuerte (Puebla 89), siguió empujado la reflexión de la teología de la liberación. La Conferencia episcopal de Puebla, tuvo la paciencia de volver a describir quién es el pobre y que el motivo de su situación no es casualidad, sino casual:

Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc.

Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria:

“Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructruas económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria”[4].

Esta situación de las grandes masas de nuestros pueblos, que proviene, en buena parte del sistema social que padecemos (Puebla 92 y 311-313), no es la Voluntad de Dios.. Esta experiencia fundante, que va a reorientar a construir la fraternidad, es retomada en la conferencia de Puebla y expresada con claridad profética:

“Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la creciente brecha entre ricos y pobres.... Esto es contrario al plan del creador y al honor que se le debe. En esta angustia y dolor, la Iglesia discierne una situación de pecado social, gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos”[5].

Pocas líneas más adelante, los obispos afirman cómo en los rostros de los niños pobres, indígenas, campesinos marginados, ancianos, etc., debemos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo (Puebla 31-39). La experiencia concreta y golpeante del dolor de los pobres nos abre a la experiencia de quien está presente en ellos: el Señor Jesús (Mt 25, 31-46).

Hablar sobre Dios es hacer teología. En la experiencia fundante de la teología de la liberación se ha redescubierto que hablar de los pobres es hablar de Cristo, es hablar de Dios: “lo que hiciste a ellos, a Mí me lo hiciste” (Mt 25, 40). Pero hablar hoy de los pobres es hablar de los hombres explotados del Tercer Mundo, es hablar de las mayorías latinoamericanas. En la solidaridad de Dios en Cristo con los empobrecidos de la Tierra se encierra el misterio del hombre. Cristo se encuentra y revela en los pequeños y olvidados a los ojos de los mundanos (Mt 11, 25-27).

El tema central de nuestras vidas y de toda espiritualidad -cómo encontrarse con Dios, dónde se le ama, conoce y comulga con él- conduce al corazón mismo del evangelio: amar a Dios y al prójimo. Pero este tema adquiere realidad cuando se plantea desde los pobres: ¿qué significa amar a Dios y al prójimo hoy en América Latina?

NOTAS

[1] En las actas conciliares de la constitución Gaudium et Spes aparece cómo expresamente se supera la dicotomía natural-sobrenatura l desde la comprensión de la encarnación. En esta perspectiva la realidad tiene también la vocación hacia la liberación (Rom 8, 18-25)

[2] El documento de trabajo, en sus dos etapas, para el Sínodo de Puebla es símbolo del debate de esos años.

[3] Medellín, Pobreza, 1,2. El término original opción por los pobres recibe en Puebla el añadido “preferencial”, para que no se caiga en un reduccionismo de la salvación, como si fuera sólo exclusiva y posesión de un sector o clase. Pero cuando se violenta este sentido y se quiere entender por “preferencial”, que es indiferente la perspectiva desde los ricos o desde los pobres, se vacía de sentido a la opción por los pobres. Esta señala la estrategia salvífica de Jesús de salvar a todos desde los pobres, no desde los ricos.

[4] Puebla 29 y 30.

[5] Puebla 28. El compromiso con el pobre y su liberación se va convirtiendo en la tarea que va uniendo ecuménicamente, en América Latina, a los protestantes de las antiguas denominaciones con los católicos, especialmente en el Brasil.

3 comentarios :

JOSE DEL CARMEN GONZALEZ dijo...

la teologia de la liberacion tiene un problema: no es compatible con el mensaje dado por Jesus en el Evangelio.
los pobles somos muchos, carecemos aveces de lo necesario para la vida, pero lo importante es que no todos los pobles son de la Gracia de Cristo.
El problema del mundo sigue siendo el mismo, el egoismo. Porque el egoismo, es la confianza en uno mismo, en los bienes efimeros. Pero Dios que en un segundo plano.
la liberacion cristiana es una liberacion del pecado que nos hace esclavos. la causa de la pobleza que vemos es el pecado y no otro.
Creo que la mision de la Iglesia en el mundo tiene como prioridad la liberacion del pecado, porque la consecuencia del pecado es el egoismo, que nos impide actuar con amor.

Hno. Claudio dijo...

Apreciado José: Gracias por comentar en este post, cro por el contrario que la Teología de la Liberación tuvo y tiene un protagonismo profético en este tiempo de Dios en nuestros pueblos.
No somos angeles y como tal ye en la encarnación que hacemos en el mundo con todo lo bueno y malo que poseemos como codigo genetico los hombres, creamos estructuras de pecado y alli es donde nuestra forma de ver y creer en un CRISTO, plenamente humano y divino, ofrecemos un reto a la fe.
Para mas el post que acabo de realizar.
Un abrazo humilide y fraternal.
Claudio.-

ruben velazco fierro dijo...

este comentario va encaminado a lo que dijo jose del carmen glez, como se ve que algunos miembros de la iglesia no han pasado hambres, que no saben lo que es atender una urgencia en el IMSS, que no ha tenido nesecidad jesus, quiere a los pobres y a los ricos, el asunto aqui es como vives tu pobreza, con humillaciones, con injusticias, etc. el verdadero pecado es el poder descabellado de los lideres de la iglesia y como manipulan a la misama, hay que convivir para aprender....