9 de abril de 2010

Caminando con María....

TERCER ENCUENTRO - MADRE ANGUSTIADA
Lucas 2,41-50:
"Sus padres iban todos los años a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce años fueron, como de costumbre a la fiesta. Pasados aquellos días, cuando ellos se volvieron, el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Pensando que estaría entre la comitiva, hicieron una jornada y le buscaban entre los parientes y conocidos. No lo encontraron y volvieron a Jerusalén buscándolo.”
Después de tres días, le hallaron en el Templo sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles. Todos los que lo oían se maravillaban de su sabiduría y sus respuestas. Al verlo, se conmovieron y su madre le dijo: ¿Hijo porqué nos ha hecho esto? Tu padre y yo te buscabamos angustiados. Y el les respondió: ¿Porqué me buscaban? ¿No saben que también yo debo estar también en las cosas de mi Padre? Y ellos no comprendieron lo que les acababa de decir.”

PENSAMOS:
Jesús sólo tiene 12 años y ya se siente independiente. Quiere ocuparse de sus proyectos, sus esperanzas, que son lo mismos que ha aprendido al lado de María y José. Pero también todo eso que ya sentía latir en su corazón y pensamientos, desde que estaba en el seno de Padre.

En su respuesta dura y directa se ve, que ya lo había hablado con ellos. ¿No sabían que tenía que empezar a andar mi camino propio? Para que se preocuparon.
Y si. María y José lo sabían. Pero ....... hasta que no lo vieron hacer, desprenderse, independizarse, no lo creían. Hasta que no vieron que esa unión tan grande y poderosa, hasta que el cordón familiar comenzaba a cortarse; a estirarse, a tomar distancias, a asumir su vida.
El Hijo se comenzaba a ir, su hijo comenzaba a tomar la dirección de su vida. Comenzando un proyecto nuevo; es otra vida.

Comienza la lucha entre lo que los padres quieren que sea y lo que él siente por dentro; lo que él quiere ser.
María vivió y sufrió el crecimiento del Jesús que a los doce años ya quería más libertad, aunque no entendía lo que estaba ocurriendo o le costaba aceptarlo.
Eso angustia y preocupa a todas las madres. Es un desgarro para las madres. Toda madre naturalmente, impulsivamente, tira para ella; atrae.
El hijo tira para afuera; quiere soltarse cada vez más.

La madre que quiere a su hijo, lo sigue; lo piensa, lo busca. Y al mismo tiempo aunque no comprenda su respuesta y sobre todo su actitud (quedarse en Jerusalén que manifiesta su independencia), repetimos que aunque no la entienda, la respeta, la acompaña y en silencio hace su entrega que comienza a perfilar, la última, la final, la suprema.
Nuestras madres están siempre en esta situación. Los hijos crecen y ya quieren y necesitan más independencia; menos cordón umbilical. Y hay que encontrar el lugar justo. El cuanto de cada cosa. Cuanta independencia y cuanta contención; cuanto camino libre y cuanto límite; cuanto y hasta donde.

Esto es muy importante en la vida de cada hijo. Ahí se define el futuro.Un exceso de protección le haría mal; un exceso de libertad, también demasiada protección muestra un amor muy celoso de su madre; lo quiere demasiado para ella. Y el exceso de libertad puede mostrar un amor medio descomprometido, demasiado liviano. Quizás una madre que quiera demasiado su libertad.
Bueno; son todas estas cosas a discutir. Y quizás sea bueno que hablemos un poco sobre nuestro trato como madres o padres con los hijos y en relación a este tema de la libertad, independencia, contención, límites etc.

ORACIÓN:
María vos también tuviste la misma situación que nosotras y nosotros pasamos con nuestros hijos. Pedimos tus luces para que podamos encontrar el camino justo entre independencia y dependencia; entre libertad y obediencia.

María que nos demos cuenta que se define ahí la vida de nuestros hijos o gran parte de ella. Que ahí ya los estamos haciendo para toda la vida.


Que sepamos hacerlos libres, independientes, emprendedores. Que sepamos hacerlos fuertes porque se sienten queridos y por tanto, contenidos. Que sientan que están en otro y no sueltos, a la deriva. Que sientan que están en el corazón de su madre.

María, ¡ayúdanos a que podamos ser así!

COMPROMISO:
De cada hijo hacer un HOMBRE o una MUJER así, con mayúscula. Para todo eso ir trabajando su educación paso a paso y una a una.
Soltarlos e ir a buscarlos. ¿Dónde está? ¿Con quién está?
Preguntarles con quien se manda mensajitos o chatea. Sin meternos en su celu o en su página.
Buscarlos no por chusmear sino por saber y acompañar. Y poder ser madre responsable.
Superar la timidez o la comodidad y preguntar y comprometernos en esos momentos de sus vidas.
Superar el deseo de manejarlos y saber para ayudarlos a encontrar su mejor camino. Ni ausencia ni atropello. Ni dominio, ni indiferencia.
Sino presencia amorosa y responsable.

No hay comentarios :