29 de marzo de 2010

El Santo Triduo Pascual

Nos acercamos al santo triduo pascual la culminación gloriosa de la semana más importante de nuestro peregrinar anual a travez de los misterios de nuestra fe y que la Iglesia nos presenta día a día como escalas en nuestro encuentro con el misericordioso; les presentamos una breve explicación de cada día para entender su maravilla y dejarnos guiar por el Señor a su encuentro pascual.

Jueves Santo: Misa Vespertina de la Cena del Señor
La Celebración del Jueves Santo se llama la Cena del Señor.
En ella Él nos entregó tres cosas:
1) la Institución de la Eucaristía,
2) la Institución del sacerdocio,
3) la entrega de parte de Jesús del mandamiento nuevo del amor.
Para agradecer a Jesús por el don de su Cuerpo y Sangre, después de la Misa se hace la adoración al Santísimo Sacramento.
Además, a partir de esa noche los fieles comienzan a realizar la Visita a las 7 Iglesias. El Sagrario aparece abierto y vacío. La comunión se hace del pan consagrado en la misma Eucaristía.
Se consagran en esta Misa las hostias necesarias para la comunión de los fieles y para que el clero y los fieles puedan comulgar el día siguiente, Viernes Santo, en la celebración de los oficios de la Pasión del Señor.
El "Gloria" se canta con solemnidad. Por ello mientras se canta este himno, se hacen sonar las campanas que ya no se vuelven a tocar hasta el "Gloria" de la Vigilia Pascual.
El lavatorio de los pies, se hace en este día a doce personas previamente designadas y representativos de la comunidad. Significa el servicio y el amor del Señor Jesús que ha venido "no para ser servido, sino para servir" (Mt 20,28).
Es un hermoso sacramental que complementa y explicita lo que es la Pascua y el sentido profundo de este día del Jueves Santo. El gesto del lavatorio de los pies, que recoge el evangelista San Juan, lo ve el discípulo amado como la inauguración del camino pascual de Cristo. Donde en verdad mostró el Señor su actitud de servicio fue en la Cruz.
Allí no se despojó del manto, sino de la vida misma, "se despojó de su rango" y demostró que era "el que sirve" y el que se entrega por los demás porque "no hay amor más grande que el dar la vida por los amigos". Con el gesto del lavatorio de los pies adelantaba en símbolo (luego lo haría de otro modo más entrañable y eficaz con el pan partido y el vino repartido, la donación de su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía) lo que iba a hacer en la Cruz.
El lavatorio de los pies se hace con autenticidad. No sólo con unas gotas, sino lavando, secando y luego besando los pies, expresa bien la lección que nos dio el Señor Jesús: el amor fraterno, el servicio para con todos, la reconciliación.
En la procesión de dones, se destacan hoy más que nunca, el pan y el vino que la comunidad aporta y que constituyen la materia para el sacramento de la eucaristía.Una vez concluida la Misa del Jueves Santo se procede a reservar el Santísimo Sacramento.
Esto ayuda a recordar a la comunidad que siempre existe la reserva del Santísimo, que la Eucaristía es también el sacramento de la presencia real del Señor Jesús, y que por amor a nosotros se queda para ser el Dios con nosotros cumpliendo así con su promesa: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (mt 28,20).
Viernes Santo: Celebración de la Pasión del Señor
El Viernes Santo se celebra la Pasión de Jesús. El ama tanto al Padre que por obediencia se entrega a la muerte. También por amor a cada uno de nosotros.
Ese Viernes a las tres de la tarde se hace lo que se llama la «Adoración de la Santísima Cruz».
En realidad es una adoración a Cristo que desde el árbol de la Cruz venció al pecado y a la muerte para siempre. Cada uno pasa a besar la cruz como un signo de adoración a Jesucristo crucifi cado. Este signo de besar la cruz es optativo
El viernes Santo es día de penitencia obligatorio para toda la Iglesia y por tanto hay que guardar en este día la abstinencia y el ayuno, y según la oportunidad también el Sábado Santo hasta la Vigilia pascual.
El ayuno de estos dos días es además de penitencial, celebrativo, ritual, y contemplativo del misterio de la Cruz. Si bien es personal es sobre todo comunitario: la comunidad ayuna en la espera de su Señor Resucitado. Es toda la persona la que celebra la Pascua, no sólo la mente y el espíritu sino también el cuerpo.
El ayuno tiene en la espiritualidad cristiana un gran valor: en una sociedad marcada por el consumismo y lo superfluo, es un medio para vivir la ascesis, el autocontrol, el señorío de sí mismo, y para ver en los bienes de este mundo su carácter perecedero y pasajero.
La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía y la Sagrada Comunión sólo se distribuye a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor. No se celebra la Eucaristía pero sí una celebración litúrgica de la Muerte del Señor, una celebración de la Palabra que concluye con la adoración de la Cruz y con la comunión eucarística.
Es una celebración sencilla, sobria, centrada en la muerte del Señor Jesús. Su estructura está bien pensada, aparece equilibrada, con proporción entre la dimensión de escucha de la Palabra de Dios y la acción simbólica de la adoración de la Cruz y su veneración con el beso personal de todos:
- Proclamamos el misterio de la Cruz, en las lecturas de la Palabra de Dios.
- Invocamos la salvación del mundo por la fuerza de esa Cruz.
- Adoramos la Cruz del Señor Jesús.
- Y finalmente participamos del misterio de esa Cruz, del Cuerpo entregado, comulgando de él.
La Pasión de Cristo es pues, proclamada, invocada, venerada y comulgada.

Sábado Santo: Meditación y silencio
En este día toda la Iglesia está aguardando la resurrección del Señor.
Mientras tanto se hace la Devoción a la Dolorosa. Por eso durante la mañana un grupo de gente se junta para rezar lo que se llama «Los siete dolores de la Virgen María».«Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, y esperando en la oración y el ayuno su resurrección» .
Es un día de meditación y silencio: el Señor Jesús está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, está la Iglesia, nutriendo su fe y esperanza en la victoria pascual, del corazón creyente de la Santísima Virgen.
Vigilia Pascual«Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como "la madre de todas las santas Vigilias".
Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana».
En la Didascalia de los Apóstoles leemos: «Durante toda la noche permaneced reunidos en comunidad, no durmáis, pasad toda la noche en vela, rezando y orando, leyendo los profetas, el evangelio y los salmos con temor y temblor, en un clima de súplica incesante, hasta la tercera vigilia de la noche, después del sábado...Ofreced después vuestro sacrificio. Alegraos entonces y comed, llenaos de gozo y de júbilo porque Cristo ha resucitado, como prenda de vuestra resurrección»
La Vigilia cuenta de varias partes:
1) la bendición del fuego: cada uno lleva una vela que se enciende con la llama que se saca del fuego bendecido. El fuego da calor y luz. Del fuego bendecido se saca llama con la que se enciende el Cirio pascual. El Cirio pascual es símbolo de Cristo resucitado que ilumina con su gracia a todos los hombres.
2) las lecturas de la Palabra de Dios: se leen muchas lecturas porque es necesario recordar «la Historia de la Salvación»: consiste en todo lo que Dios hizo y sigue haciendo por la humanidad.
3) la bendición del agua para renovar nuestro Bautismo: Antes del Bautismo nosotros vivíamos en la oscuridad del pecado. Por el Bautismo fuimos iluminados con la gracia de Cristo resucitado. Así como Cristo pasa de este mundo a la casa del Padre por medio de su pasión, muerte y resurrección, nosotros pasamos de la muerte a la vida por medio del Bautismo.
Nuestra primera pascua (paso) cristiana se da en el sacramento del Bautismo. Todos renunciamos al pecado por medio de las Promesas Bautismales. Y luego pasamos a tocar el agua y hacemos la señal de la cruz para recordar que fuimos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Esa agua es especial. Por eso todos podemos llevar un poquito. Ella nos recordará que pertenecemos a Jesucristo y que lo debemos amar sobre todas las cosas. Esa agua no sirve para otra cosa.
4) y la parte de la Eucaristía. La parte de la Eucaristía es como siempre. Es todo lo que abarca desde las ofrendas hasta el final. Es importante recordar que cada vez que se celebra la Misa se repite de modo no cruento el sacrificio de Cristo en la Cruz.
Durante el Tiempo Pascual se deja de rezar el Angelus para rezar el Regina Coeli.

Domingo de Pascua: Jesús Resucitó
El Domingo de Resurrección celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado por medio de su Resurrección. Celebramos a Cristo que surge triunfante de la muerte. El sepulcro queda vacío porque el que estaba allí ahora está vivo. La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en la historia. Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad? Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada. La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal.

¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.

El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que , aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado.

San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto : "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4)

No hay comentarios :