15 de febrero de 2010

Un Gotán.... (se me pianta un lagrimón)

Los 75 años de Cambalache
Hugo Gregorutti (El Diario de Paraná)

El tango compuesto por Enrique Santos Discépolo reconoce tácitamente como fecha de estreno el 20 de febrero de 1935. La letra, descarnada y real, inspirada en la Década Infame, vaticina lo que iba a suceder en el 2000 también. Contundente, lapidaria y sin desperdicios, mantiene, lamentablemente, plena vigencia.

La antológica obra, letra y música de Discépolo, denuncia en sus versos el descreimiento de valores básicos de la condición y convivencia humanas. Fue censurada durante todos los Golpes de Estado en Argentina a partir de su creación. También se vio afectada por una resolución del gobierno de facto del Gral. Pedro Pablo Ramírez en 1943, quien prohibió los voseos y títulos en lunfardo en los tangos. Dicha medida fue derogada por el presidente Perón, progresivamente para no chocar con la Iglesia, que también discrepaba con ese vocabulario popular.

Cambalache, en Argentina y Uruguay, refiere a una prendería, lugar de compraventa de enseres usados. De aquí surge la frase La Biblia y el calefón, que contrasta un libro de gran valor religioso con un artefacto mundano. Fue empleada, entre otras ocasiones, por un programa de Jorge Guinzburg y un tema con dicho nombre de Joaquín Sabina, incluido en el álbum 19 días y 500 noches (1999). Asimismo, la estrofa ¡Siglo veinte Cambalache, problemático y febril! motivó el nombre de un programa de Teté Coustarot por Telefé.
La canción Siglo XXI de Luis Eduardo Aute (álbum UFF!, 1990) se inspira en el tango de Discepolín, comenzando con la estrofa: Siglo XX, cambalache, problemático y febril/ anunció Santos Discépolo, un poeta del 2000/ y profeta en aquel tango que cantó a la corrupción/ que gobierna las cloacas de la humana condición... En otra de sus canciones, Imán de mujer (álbum Alevosía, 1995), el cantautor filipino también se inspira en la obra: Que el mundo fue y será una porquería/ ya lo dijo Enrique Santos/ y hoy tengo un día de esos/ en que sufro toda esa poesía cruel. Asimismo, la expresión: en el 2000 también…, es utilizada como una referencia en muchísimos casos, quedando entre las frases grabadas a fuego en el lenguaje popular.

ESTRENO CON HISTORIA.
En una suerte de prueba, el tango fue interpretado por Sofia Bozán en la revista del teatro Maipo (1934), pese a que el productor Ángel Mentaste trató de impedirlo pues había encargado esa letra a Discépolo para su próxima película: El Alma del Bandoneón. Con ese mismo propósito tentativo, lo grabó la orquesta de Francisco Lomuto con la voz de Fernando Díaz.


Finalmente, la referida película fue estrenada el 20 de febrero de 1935 en el cine Monumental de calle Lavalle, dirigida por Mario Sóffici. En ella, Lomuto interpreta Cambalache con la voz de Ernesto Famá. La fecha se considera como el lanzamiento histórico de la obra que produjo verdadero impacto en la cultura popular. De inmediato se sucedieron grabaciones, como las de Roberto Maida con la orquesta de Francisco Canaro (1935) y Tania en Paris (1936) dirigida la orquesta por el propio Discépolo. Durante la década del 40, sobresalen las versiones de Roberto Arrieta con Miguel Caló y de Alberto Echagüe con Juan D’Arienzo (esta remasterizada en el CD Joyas del lunfardo -1996-RCA-).


Entre muchos registros discográficos posteriores, figuran: la descarnada interpretación de Tita Merello (Odeón-1956); Edmundo Rivero con Héctor Stamponi (1959) y Virginia Luque en Microfón. Julio Sosa hizo dos versiones: con Armando Pontier (1958) en la cual introdujo cambios de nombres propios (Yatasto y Marimón / Gatica y San Martín…) y luego la mejor lograda y auténtica, con Leopoldo Federico ese mismo año. También dejaron su sello las voces de Rubén Juárez con A. Pontier (1973), Susana Rinaldi con Julián Plaza (1976) y el Polaco Goyeneche (1982), en plena guerra de Malvinas.

EN UN MISMO LODO…
Como indicio de la confusión contemporánea, para establecer la decadencia de valores que afectaba al siglo pasado, Discépolo menciona una serie de figuras contrastantes y de actualidad en esa época: el famoso estafador Alexander Stavisky, que se suicidó en una cárcel de Bayona en 1934; San Juan Bosco, sacerdote fundador de la Orden Salesiana, canonizado por el Papa Pio XI en ese año; Don Chicho, apodo del jefe de la mafia argentina Juan Galiffi, procesado en 1932, y Primo Carnera, el gigante boxeador italiano de 125 kg., campeón mundial de peso completo en el bienio 1933-1934.
En cuanto a La Mignon, personaje de dos novelas francesas, parece la forma usual de la voz mignone (querida o mantenida). Dos históricos militares, uno francés de Córcega, el Emperador Napoleón Bonaparte, y el Libertador José de San Martin, prócer de los argentinos, le sirvieron al autor de contraste frente a los héroes de las páginas policiales y deportivas del periodismo sensacionalista, representado en ese momento por el diario Crítica.

TÉRMINOS.
El registro coloquial del texto (maldá, se vamo, dublés, igualao, etc) y sus lunfardismos (gil, chorro, labura) explican asimismo que maquiavelos tenga esa connotación casi delictiva, cuando Nicolás Maquiavelo, autor de El Príncipe (1513) fue en realidad sólo el iniciador de actitudes realistas y prácticas en materia de filosofia-política. Acerca del carácter revulsivo de este tango, basta decir que 75 años después de su aparición, sigue vigente.

MOTIVACIONES.

Comenzaban los años 30. Mientras el país le abría la puerta a la barbarie política del dictador José Félix Uriburu, el tango estaba torciendo su cintura: la Guardia nueva, Discépolo, Cadícamo, Manzi y tantos otros músicos y poetas, eran el saber filoso y la ironía de pensar alto y vivir pobre. Afuera, la década infame, que arrasaba con el trabajo y con la dignidad; que fundaba la villa Desocupación, de lata y basura, para que miles de personas se apilaran en la miseria. Época de fraude político y negociados. Los medios fogoneaban, para distraer, una guerra absurda entre Bolivia y Paraguay, el entierro del matón Ruggierito envuelto en la Bandera Argentina o la proclamación de Adolfo Hítler como führer de Alemania. ¿Algo ha cambiado en el 2000?

E1 derrumbe de la economía mundial en 1929, los acontecimientos del 30 y la pobreza desatada, abrieron los oídos para lo que Discépolo venía sentenciando unos años antes en sus tangos Qué vachaché, Yira...Yira..., ¿Qué sapa, Señor....? Y allí la mezcla que anuncia el cambalache del mundo. Poetas, pensadores y artistas, muchos hijos de inmigrantes, hablaban y construían una identidad argentina a fuerza de palabras y esfuerzo, mientras el vicepresidente, Julio Argentino Roca (h) declaraba el orgullo de ser parte de una colonia inglesa.
Ese es el cambalache que vio Discépolo; la pérdida de una referencia, de una línea que permitiera diferenciar entre el bien y el mal. Si quien gobierna es hijo del fraude y del engaño, si atentan de muerte contra un senador por defender los intereses de la Nación, si el tesoro nacional es rico y los hombres son pobres, entonces, todo es lo mismo, lo bueno y lo malo, el canalla y el santo. El dique está roto y todo se confunde. La Argentina es el prisma para ver la decadencia del mundo. Por ello es la vidriera del siglo XX una especie de cielo mercantil, donde todo se mezcla.


Crudeza:
Así, el lenguaje con el que fue escrito Cambalache condujo a un territorio casi inhóspito para el tango: no están en juego ni la pasión, ni la tristeza, ni el amor, sino la verdad. Porque intenta describir realidades más que sensaciones íntimas, a la manera de un cronista, montado sobre una sentencia que parece inapelable: todo es lo mismo, el que trabaja y el que vive de los otros, el Cura y el colchonero. Desde siempre, cualquiera sea la época o los nombres. Y aunque más de una vez se calificó a este antológico tango como nuestro verdadero Himno Nacional, sentirse indignado por la falta de valores éticos, parece ser una premisa que se amolda no sólo a las diferentes generaciones de argentinos, sino también a otros países. Como lo demuestran la cantidad de interpretaciones registradas, de disímiles orígenes.

Cambalache - Tango – 1935


Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también;
que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.


Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro afana en su ambición,
da lo mismo que sea Cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stavisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
se vamo´a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de las minas,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley.
Letra y música: Enrique Santos Discépolo.

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