Volvían de la misa del domingo de Ramos.
Llevaban en sus manos las palmas que habían arrancado de la palmera de la Cueva y que habían servido para recibir a Jesús en su entrada en Jerusalen…Se pararon a descansar en el oasis de siempre.
El Anacoreta dijo:
- La Liturgia de Ramos, con sus dos vertientes, es impresionante. Empieza con el recibimiento de la gente a Jesús…Si ellos no hablaran, las piedras lo harían…Luego…esa misma gente gritando: ¡Crucifícale! Ese claroscuro que nos define a los hombres. Pasamos de la glorificación del otro a su condena…
- La Liturgia de Ramos, con sus dos vertientes, es impresionante. Empieza con el recibimiento de la gente a Jesús…Si ellos no hablaran, las piedras lo harían…Luego…esa misma gente gritando: ¡Crucifícale! Ese claroscuro que nos define a los hombres. Pasamos de la glorificación del otro a su condena…
Luego, mirando con ternura a su discípulo, añadió:
- Pero cada vez que leo la Pasión en el evangelio de Marcos, me quedan grabadas las últimas palabras antes de morir: “ Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado…”
- Pero cada vez que leo la Pasión en el evangelio de Marcos, me quedan grabadas las últimas palabras antes de morir: “ Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado…”
Tomó arena entre sus manos y la dejó deslizarse lentamente entre sus dedos, antes de continuar:
- En ese Cristo gritando…veo a todos los hombres abandonados, a todos los hombres despreciados, a todos los hombres perseguidos, ninguneados, insultados, hundidos…
- En ese Cristo gritando…veo a todos los hombres abandonados, a todos los hombres despreciados, a todos los hombres perseguidos, ninguneados, insultados, hundidos…
Y veo en los que lo crucifican a todas esas personas seguras de sí mismas, que tratan a los otros de ciegos, que dominan, que son influyentes en la sociedad, poderosas…
Guardó un momento de silencio, luego, con voz temblorosa prosiguió:
- Me siento débil…Mi Fe es tan sólo una pequeña llama en una lámpara de barro…Pero, ¿sabes? Amo esa pequeña luz más que a todas las grandes luminarias del mundo.
- Me siento débil…Mi Fe es tan sólo una pequeña llama en una lámpara de barro…Pero, ¿sabes? Amo esa pequeña luz más que a todas las grandes luminarias del mundo.
Ella me recuerda cada día que no soy nada y que debo abandonarme en los brazos de Dios…Quizá sea orgullo…pero no envidio las seguridades de quienes dicen no dudar nunca…
Y levantándose, prosiguieron su camino…
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