20 de octubre de 2008

Necesitamos que el pobre se pronuncie

Amigos: El pasado viernes 17 “celebramos” el día internacional de la erradicación de la pobreza, y envueltos en tanta maraña mediatica, en cifras astronómicas que repetimos pero que seguramente, (por lo menos me pasa a mí), no tenemos ni idea de lo que significan tanto ceros luego de un par de dígitos y un signo de dólar, salvatajes de bancos, de las finanzas, de los mercados, etc, en medio de este embravecido mar quiero, deseo, anhelo, espero , necesito pensar diferente, más contemplativamente, más cristianamente……


Un sentimiento que me vuelve, que me habita cada vez que me vuelco hacia el Eterno, es este hoy que nos golpea el rostro, esta orgía capitalista, esta sangría de gastos sin sentido, este embrutecido apostar por aquellos que tienen todo y más el inhumano proceder de condenar a millares de humanos - concepto que me suena tan cerca de hermano - a la miseria más ruin y profunda.


Ante este fracaso humano, no me parece tan de mercado, sino plenamente humano, tenemos que rendirnos a las leyes de la humildad, de la búsqueda de nuestra humanidad extraviada y allí si, se yergue virgen una voz que trae claridad a la realidad, la del pobre; necesitamos que el pobre se pronuncie, es urgente que el pobre articule su verdad.


El pobre, hermanos es una escuela de muy alta calidad, la pobreza enaltece el corazón y aclara las búsquedas humanas, la pobreza no es empobrecimiento y menos indignidad, la palabra vívida del pobre trae primicias, tiene raíces de novedad, su experiencia de vida, de fe, se transforma en magisterio a través de la experiencia de la Palabra.


Pero aclaremos lejos de idealizar la situación paupérrima de tantos de nuestro hermanos, y contra la que luchamos arduamente. Hoy más que nunca a necesitamos que el pobre se pronuncie, que haga escuchar claramente su voz, que se transforme en el sofar de la liberación de los oprimidos con su mirada mística hacia la realidad y la trascendencia; necesitamos que esa mirada libre y contemplativa sea la clave hermenéutica para llegar a la verdad del hombre y no vivir según las leyes indignas del mercado.

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