11 de septiembre de 2008

Casaldaliga: una vida al servicio de la misión


Cuando NUESTRO Pere, esta celebrando sus 80 años, desde munaysonqo humildemente deseamos recorrer un par de testimonios hartos insuficientes, claro, pero juntos y de la mano caminar hacia esa tierra sin males..... Felicidades Pedro, Padre Obispo


Publicado por Ciudad Redonda


Con los Mártires, los Profetas y los Apóstoles
A Brasil llegó, cuenta él, “sin saber muy bien a dónde ni cómo, pero sintiendo que veníamos en misión. Y llegamos en pleno recrudecimiento de la dictadura militar y nos encontramos con una Iglesia de catacumbas con sus espléndidas minorías proféticas y la sangre corriendo”.
Pronto le salpicaría en su misión esa sangre que corría (1970). Y pronto le consagrarían obispo (1972). El memorable cardenal de Sâo Paulo, Paulo Evaristo Arns, supo bien lo que Pedro y su equipo misionero necesitarían, y se lo deseó en vísperas de su consagración episcopal: “Que el Espíritu Santo le dé la fuerza de los Mártires, la inspiración de los Profetas y la alegría de los que participan de la misión de los Apóstoles”.
Pedro aceptó ser obispo de Sâo Felix do Araguaia para ser más misionero en aquel mundo. Y comenzó a ser misionero-obispo bajo amenazas de muerte por su fidelidad a la misión profética de vivir y anunciar testimonialmente el evangelio liberador de los excluidos y esclavizados por el inhumano sistema de vida y de poder vigentes “bajo la Ley suprema del revólver 38, y la muerte señoreando”.
La última vez que estuve con Pedro en Sâo Félix, en años más serenos (1992), mi mirada final fue para el desnudo ladrillo de la pared de su pequeña habitación de dos camas donde Pedro tiene su santuario de los mártires: recortes de fotos de monseñor Romero, de monseñor Angelelli, de los misioneros Rodolfo Lunkenbein, Joâo Bosco y Francisco Jentel (mártires conocidos suyos). Y la vieja estampa de los estudiantes claretianos mártires de Barbastro, acogidos por María en su Corazón. Al pie de los rostros, una cajita de plástico guarda un pedazo de tela de la casulla ensangrentada del arzobispo Romero, y un fragmento del cráneo de Ignacio Ellacuría.
Soy consciente de que al mirar ese santuario doméstico de los mártires en Sâo Félix do Araguaia veía el alma de toda la vida de Pedro Casaldáliga como ‘misionero claretiano’.

Teófilo Cabestrero, CMF. Guatemala.



El mundo necesita pastores así
Monseñor Pedro Casaldáliga llegó a Sâo Félix do Araguaia, en Brasil, en julio de 1968. Por tanto, ha vivido cuarenta años de español y cuarenta de brasilero. Mas tengo la certeza de que Monseñor Pedro es totalmente brasilero: ¡que me perdonen los españoles! Personalmente, siempre me han fascinado sus escritos poéticos y su testimonio de vida, sobretodo en los momentos de riesgo y la coherencia que se ve entre lo que escribe, habla y practica como religioso claretiano y como Buen Pastor de su pueblo. Estoy hablando de uno de los símbolos de la Teología de la Liberación, de la lucha en la defensa de los derechos humanos, de la justicia social y de la reforma agraria en Brasil, en toda América Latina, en el Caribe y en muchos otros países. ¡Dios le conceda salud y larga vida! Brasil, la Iglesia, el mundo, precisan de pastores como Casaldáliga: sencillo, libre, verdadero, pobre, audaz y defensor de la vida y de la dignidad del pueblo empobrecido y oprimido. Monseñor Casaldáliga es un verdadero profeta de nuestro tiempo, una presencia de esperanza y un señalador del camino que lleva a una sociedad solidaria. Apóstol, misionero, discípulo de Jesús, anuncia los valores del derecho a una vida digna, iluminándolos siempre con la Palabra de Dios y denunciando todas las injusticias que oprimen al pueblo que sufre. ¡Bendito el Pueblo y bendita la Iglesia que tienen a Monseñor Casaldáliga como su Pastor! Felicidades, Monseñor Casaldáliga, por sus ochenta años de vida, vivida intensa e incondicionalmente por el Reino del Dios de la vida para todos y todas, de modo especial para las personas más empobrecidas y excluidas de esta sociedad nuestra que continúa siendo excluyente.

Terezinha J. Rasera, SDS.
Ex-presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (Brasil).


Punto de referencia de religiosos y religiosas
Muchos religiosos nos sentimos identificados con la expresión acuñada en el Congreso Internacional de la Vida Consagrada, celebrado en Roma el año 2004, que definía la vida Consagrada como la expresión de una pasión por Cristo y por la humanidad.
Creo que en el testimonio de Pedro encontramos una manifestación concreta de esta consagración que nos transforma en personas apasionadas por el Reino: por Jesús que lo anuncia, lo encarna y nos convoca a participar en él y a anunciarlo, y por las personas que son llamadas a vivir en él la experiencia del amor del Padre y de la fraternidad de unos con otros.
Con su palabra y sobre todo con su testimonio, Pedro nos ha ido recordando esta realidad y alertando sabiamente sobre los peligros a los que estamos constantemente sometidos, tanto por la persecución por parte de aquellos que se oponen al Reino como por la tentación de acomodarnos a un estilo de vida y pensamiento que es contrario a sus valores.
Es un momento para dar gracias a Pedro por su fidelidad a la llamada de Dios. Él le dio esa vocación misionera que nutrió en la comunidad claretiana y le preparó para compartir la vida con el pueblo del Mato Grosso brasileño y con tantos pueblos y personas que viven realidades de exclusión acompañándolos a hacer la experiencia de sentirse respetados y amados y capacitándolos para la lucha por un mundo más humano y, por ello, más fiel al proyecto de Dios.
Como profeta ha sabido denunciar y anunciar, abriendo el corazón de muchos a la esperanza. No cabe duda de que ha sido punto de referencia para muchos religiosos y religiosas en todo el mundo.
Pedro es Hijo del Corazón de María, como miembro de la congregación fundada por san Antonio María Claret. La cordialidad que marca la espiritualidad cordimariana ha tomado cuerpo y palabra en la vida de nuestro hermano.
¡Gracias, Pedro!

Josep Mª Abella.
Superior general de los Misioneros Claretianos.


Militante de esperanza
Hablar de Pere Casaldáliga es hablar de evangelio encarnado, de entrega, de servicio…; de un hombre respetado, querido y admirado por todos, especialmente por los que tienen el honor de compartir la vida con él en las tierras del Mato Grosso. Yo lo definiría como un rebelde fiel, un cristiano que cree y vive el evangelio, que ha entendido y vivido su servicio de Obispo de Sâo Félix do Araguaia como una doble responsabilidad: anunciar el evangelio y ser voz de los sin voz, de los pobres, porque ellos son la opción del mismo Dios, del Dios de Jesús. Ha luchado contra el latifundio, la destrucción del medio ambiente y, sobre todo, contra de la discriminación de los derechos humanos, pero sobre todo, ha escuchado a los pobres y ha entendido que recibiendo se aprende.
Pere Casaldáliga es también un militante de esperanza. Como él mismo ha dicho, en algún momento ha tenido ganas de sentir desánimo, pero no se ha permitido este supuesto ‘derecho’ y ha seguido luchando desde el convencimiento de que es posible hacer algo por mejorar nuestro mundo, el mundo que nos ha tocado vivir. Ha relativizado la dificultad y ha seguido profundizando en lo que para él es esencial: el proyecto de mundo que Dios quiere. Toda persona debe dedicar su vida desde lo que puede hacer, y todos podemos. Su deseo de “humanizar la humanidad” se hace realidad en gestos concretos. Pere confirma con su vida y su palabra que es posible hacer algo concreto: cambiar nuestro corazón y nuestra conciencia, ser honestos. Para él es clave la participación: participar en entidades, en asociaciones, en ong’s que luchen por la justicia, por los derechos humanos. Caminar comunitariamente, no en solitario.
Termino con palabras suyas: “Debemos ser orejas, ojos, boca… ser canal de comunicación de vida, de esperanza”.

Cristina Martínez,
STJ. Presidenta de la Unió de Religiosos y Religiosas de Cataluña






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