Se dice que en Playa Miramar en Ciudad Madero, México, un hermoso peludito fue abandonado a su suerte y en medio de sus propias tormentas se dio a la tarea de ayudar a las tortugas a que lleguen al mar sanas y salvas.
Algún visitante de estas hermosísimas playas lo bautizó Solovino, le llevó algo de comer y este hermoso perrito se convirtió en el ángel guardián de las pequeñas habitantes de las azules profundidades...
Si alguna de ellas cae o se voltea él las levanta las empuja o las lleva entre su hocico al mar, aleja las gaviotas que quieren llevarse a las pequeñas, recorre la playa patrullando y al final del día… disfruta el atardecer...
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