22 de marzo de 2018

Tres corazones enamorados....

TERESA (1515 - 1582)

¡Ah!, los enamorados de Dios son fuertes más que el diamante.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.


THOMAS (1915 - 1968)
  
"Mi itinerario Cuaresmal"
¡Señor, ten piedad!
Ten piedad de mis tinieblas, mi debilidad, mi confusión.
Ten piedad de mis infidelidades, de mis cobardías, de mi ir y venir dándole vueltas a las cosas, de mis evasiones, de mis claudicaciones.
No pido otra cosa sino ésta Tu misericordia, siempre, en todo, piedad.
Mi vida aquí, en Escalonias: un poquitín de soledad y muchas cenizas.
Casi todo son cenizas. Lo que más he apreciado son cenizas.
Lo que he dejado para el final, es, quizá, un poco más sólido.
Señor, ten piedad. Guíame, haz que otra vez quiera ser santo, que sea un hombre de Dios, incluso en medio de esta desesperación y confusión.
No estoy pidiendo necesariamente claridad, un camino llano, sino solamente caminar según Tu amor, seguir las sendas de Tu piedad, confiar en Tu misericordia.


PEDRO (1907 - 1991)

¡Enamórate!
Nada puede importar más que encontrar a Dios.

Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta.

Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación,
y acaba por ir dejando su huella en todo.

Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana,
qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana,
lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón,
y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.

¡Enamórate! ¡Permanece en el amor!
Todo será de otra manera.

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