Aprovechando
el tiempo de las vacaciones estuve leyendo y releyendo varias obras entre las
cuales leí acerca de la muerte de Voltaire y me dejó sin palabras ya que no
conocía este hecho lo corroboré y hoy lo comparto con Uds. amig@s.
Nuestro
protagonista es nada más y nada menos que Voltaire. Como algunos saben este
símbolo culmine de la ilustración fue uno de los mayores enemigos de la
religión católica y de todo aquello que la representaba.
A lo largo de
su vida llenó páginas y páginas atacando la Fe y al mismísimo Jesucristo, se
burló con soberbia de Dios haciendo uso de ese disfrutable sarcasmo que lo
caracterizó e hizo eterno. Llegó a decir que si en su lecho de muerte llamaba a
un sacerdote para pedir perdón por sus pecados, no le hicieran el menor caso,
pues sería producto de delirios y alucinaciones.
Todo marchaba
a la perfección, hasta aquel 30 de mayo de 1778 cuando la muerte se hizo presente, acechándolo con
la mesura de lo ineludible.
Entonces
Voltaire recordó como su pluma castigó y fustigó a Dios durante años y temeroso
de su paso al mas allá (en las peores condiciones) comenzó a clamar con desesperación la pronta
presencia de un sacerdote para confesarse. Pero sus fieles seguidores,
siguiendo las instrucciones previas dadas por el francés, impidieron por todos
los medios que se acercara algún clérigo a aquella habitación.
Como
consecuencia el insigne anciano de 84 años comenzó a revolcarse en su lecho, a
aullar, a gritar y a autoflagelarse ante
la idea de su pronta condenación eterna, toda su soberbia se desvaneció en un
instante y lamentó cada una de sus palabras ofensivas a Dios. Dicen que su
muerte fue un espectáculo horroroso y que una vez producida su rostro producía
espanto.
Evidentemente
eso de “genio y figura hasta la sepultura” no se cumplió en el caso de Monsieur
Voltaire.
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