Déjame el
cuidado de todas tus cosas y todo te saldrá mejor. Cuando te abandones en Mí de
todo corazón todo se resolverá con tranquilidad según los designios de Mi Hijo.
No te
desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el
cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos y dime con calma: “Madre yo confío
en ti.”
Evita las
preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después.
No
estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas. Déjame a mí ser tu Madre y
actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deposita en
mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: “Madre yo confío en ti.”
Lo que
más daño te hace es tu razonamiento, tus propias ideas y querer resolver las
cosas a tu manera. Cuando me dices: Madre yo confío en ti, no seas como el
paciente que pide al médico que lo cure pero le sugiere el modo de hacerlo.
Déjate
llevar en mis brazos maternales, no tengas miedo: Yo te amo. Si crees que las
cosas empeoran o complican a pesar de tu oración, sigue aún confiando, cierra
los ojos del alma y confía aún más. Continúa diciéndome a toda hora: “Madre yo
confío en ti.”
Necesito
tener las manos libres para obrar. No me las ates con tus preocupaciones
infantiles. El enemigo no quiere sino eso: agitarte, angustiarte y quitarte la
paz.
Confía en
Mí, reposa en Mí, abandonándote en Mí. Yo consigo de Mi Hijo los milagros en
proporción del abandono y la confianza que tu tengas en Mí.
Así que
no te preocupes, confíame todas tus angustias y quédate tranquilo, sólo dime a
toda hora: Madre yo confío en ti. Vas a ver
luego los milagros, te los estoy prometiendo porque soy tu Madre y te Amo.
¡Si
supieras cuánto TE AMO llorarías de alegría!
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