De sus
escritos:
Nuestra
existencia entera debe gritar el Evangelio a los cuatro vientos. Nuestra
persona entera debe respirar a Jesús. Todas nuestras acciones y nuestra vida
entera debe proclamar que pertenecemos a Jesús.
Hacemos el
bien, no por lo que decimos y hacemos, sino por lo que somos, por la gracia que
acompaña nuestros actos, por la forma en que Jesús vive dentro de nosotros, por
la forma en que nuestras acciones son las acciones de Jesús, trabajando en ya
través de nosotros.
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