Cuanto tenemos que crecer, cuanto tenemos que cambiar, cuanto tenemos que creer, a continuación les comparto un texto de un blog muy interesante de un periodista llamado Alfredo leuco en Radio Continental, y un video con el testimonio de tres sacerdotes Francisco, Migule y Quique de la diócesis de La Rioja contando de primera mano su experiencia con el corazón y el compromiso del Papa Francisco.
Testimonio de los Sacerdotes Francisco, Miguel y Quique de la Diocesis de La Rioja.
Fuente TN.com
Ensuciar a Bergoglio
Horacio
Verbitsky se convirtió en el comandante del ala más impopular del kirchnerismo
que está empecinada en ensuciar la trayectoria del flamante Papa Francisco.
Verbitsky, jefe político de Abal Medina, Héctor Timerman y Nilda Garré, insiste
en dar por cierta una información que tiene atada con alambres, tan floja de
papeles como que es un escrito de un empleado menor de la cancillería que dice
que Bergloglio llenó de barro a uno de los sacerdotes jesuitas desaparecidos y
luego liberados para que no le dieran el pasaporte desde el exterior. El actual
Sumo Pontífice dice todo lo contrario. Que cuando le preguntaron cuál había
sido el problema que el cura había tenido dijo: los acusaron de guerrilleros
pero ellos no tenían nada que ver.
El funcionario
puso lo que quiso, como suele ocurrir. Hay una pregunta que desmorona todo el
argumento forzado de Verbitsky. ¿Si Bergoglio quería perjudicar a Francisco
Jalics, porque hizo el trámite que el cura le pidió? ¿Y si Jalics fue entregado
por Bergoglio, porque el sacerdote le pidió semejante favor a quien
supuestamente lo entregó? Una verdadera patraña que no se sostiene con nada.
Solo con el voluntarismo sectario de un militante que quiere hacer coincidir la
realidad con sus odios ancestrales.
La prédica de
Verbitsky tuvo vuelo corto. Solo algunos personajes marginales replicaron su
veneno. Un afiche infame de la agrupación Hijos de Capital donde aparece
Francisco en el Papamóvil conducido por el genocida Videla. Diego Gvirtz,
falsificando una información con una foto de monseñor Derisi dándole la ostia a
Videla, con un título acusando a Bergoglio.
Una
legisladora apellidada Rachid que calificó al Papa de “genocida”. Agustina
Kampfer, la novia o ex novia del vicepresidente, Amado Boudou diciendo que no
estaba orgullosa por la elección: típica tilinguería de una chetita de Puerto
Madero que sabe poco y nada de la dictadura. Alguna periodista oportunista que
supo violar la intimidad de una mujer asesinada. Luis D’Elía con la
conspiración permanente, leyendo la designación como un intento de dividir a
sudamerica.
Estela
Carlotto que le reprochó a Bergoglio su silencio y falta de acompañamiento
durante la dictadura, algo que es exactamente lo que hicieron tanto Néstor como
Cristina. Fue tan grande el aislamiento de la “doctrina Verbitsky” que se
generó una polémica explicita como pocas veces en el seno de la fuerza
gobernante. No solamente porque oficialistas como el supremo Eugenio Zaffaroni,
el combativo Emilio Pérsico y el gestor de la Ley de Medios, Gabriel Mariotto
salieron a respaldar a Bergoglio.
También porque
el propio embajador argentino, Juan Pablo Cafiero dijo emocionado que el nuevo
Papa era un regalo de Dios para los argentinos del que deberíamos estar
orgullosos. De paso una pregunta: Suponiendo que fuera verdad que Bergoglio
tiene las manos manchadas de sangre… ¿Cómo se explica que Cristina vaya a su
asunción del martes que viene? Debería quedarse en Buenos Aires en lugar de
bendecir con su presencia a un “genocida”. Y Cafiero debería renunciar por
llamar regalo de Dios a la designación de alguien que entregó sacerdotes al
terrorismo de estado.
El tema
desnudó la ceguera de muchos kirchneristas. La ideologitis no les permite ver
la realidad ni ser más o menos rigurosos con la información. Leonardo Boff, uno
de los intelectuales fundadores de la Teología de la Liberación, hombre de la
izquierda del mundo religioso dijo que “Francisco es la esperanza de la
iglesia”. Luchadores corajudos durante la dictadura y siempre por los derechos
humanos como el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, Graciela
Fernández Meijide, Alicia Olivieira y hasta el venerable Monseñor Miguel
Hesayne, salieron a desmentir que Bergoglio haya tenido algún tipo de simpatía
y mucho menos colaboración con la dictadura.
Está claro que
la mismísima Cristina no pudo disimular su bronca por la designación de alguien
al que junto a su marido fallecido convirtieron en enemigo principal. En las
pocas referencias que hizo del tema, la carta de felicitación y el párrafo en
Tecnópolis, no lo mencionó por su nombre verdadero y no frenó con un reto los
silibidos camporistas como si lo hizo en otras ocasiones.
Cristina, que
confesó que le hubiera gustado ser candidata a Papisa, tuvo que tragar saliva y
enojo y adoptar una actitud hipócrita. No lo quiere a Bergoglio, no lo quiso
nunca y difícilmente lo quiera ahora. Pero lo peor es que muy pocos de los
cristinistas la acompañaron en esta actitud. Algunos plantearon “A Cristina
rogando y con el mazo dando”. Pusieron el grito en el cielo. Pero no se escuchó
demasiado. Ya se sabe: Vox Populi, Vox Dei. La voz del pueblo es la voz de
Dios. Y el pueblo está con su Papa. Porque el Papa está con el pueblo.
Fuente: Blog de
Alfredo Leuco en Radio Continental.
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