2 de mayo de 2012

La fiesta de “Santa Vera Cruz”

La fiesta de Santa Vera Cruz, que cada año se celebra en Valle Hermoso pequeña localidad de Cochabamba (Bolivia), sigue siendo objeto de estudio, de reportajes periodísticos, pero sobre todo para los devotos es una ocasión para pedir por la fecundidad. Las mujeres piden tener hijos, y los agricultores rezan para que sus animales tengan crías y la tierra produzca frutos. Con este objetivo se hacen ciertos rituales, se usan muñequitos, velas, bosta… todo ello para experimentar la generosidad del Autor de toda la vida.
Milagrosa imagen de la Santa Vera Cruz
Los protagonistas son: la milagrosa imagen del Señor crucificado y los peregrinos, la mayoría de ellos campesinos, que entran en una estrecha relación a través de sus creencias y ritos. Justamente, gracias a estos símbolos y ritos la gente es capaz de expresar en el tiempo y en el espacio su deseo de festejar. La fiesta une a muchas personas y el símbolo establece “un vínculo, una relación de hombres” (P. Amurrio Paniagua), que descubriendo algo sagrado en cualquier objeto, a través del rito quieren entrar en contacto con la divinidad o “con las fuerzas de la naturaleza para tener buena cosecha, la fertilidad de la tierra, la fertilidad de los animales, la protección de los fenómenos naturales que hacen el mal”. Los ritos entonces que se llevan a cabo durante la fiesta son, en cierta manera, como “un trueque de doble sentido: de agradecimiento y al mismo tiempo de petición” (J. Calle).
Antes de que llegaran los españoles, los nativos tenían una fiesta dedicada a la fertilidad; los españoles la cristianizaron y en cierto modo, tomando en cuenta el hallazgo de la verdadera cruz de Cristo en Tierra Santa, unieron estos dos eventos. Otro dato importante se refiere a otro hallazgo. Un campesino encontró una piedra en el río y se dio cuenta de que tenía el signo de la cruz. Este hecho fue visto como un milagro, y se empezó a venerar la piedra en una capilla edificada especialmente para esa devoción. “En el año de 1740 se afirma que en el lugar hubo una ‘huaca’, considerada por la cosmovisión andina como lugar sagrado. Posteriormente, un cura sustituyó la ‘huaca’ por la cruz… En los años de 1927-1928 se erigió el primer templo para la Santa Vera Cruz”.
La fiesta se celebra el 2 y el 3 de mayo. La primera fecha es el día de la llegada de la gente, y la segunda el día central de la celebración. A pesar de que éstos son los días principales de la fiesta, algunos se quedan unos días más, por ejemplo hasta el siguiente domingo. En nuestro caso, se trata de una fiesta sumergida en el tiempo de la cosecha. Aquí, en Latinoamérica, este mes pertenece a la estación de otoño, por consiguiente es el tiempo de recoger los frutos de la tierra. La alegría de la cosecha tiene su desenlace en la fiesta, que no solamente expresa un agradecimiento por dichos frutos, sino que también es una expresión de petición para que el año siguiente sea muy fecundo.
La realidad sagrada de dicha fiesta se manifiesta de diferentes modos. Uno de ellos se refiere al símbolo más importante de toda la fiesta: la cruz. La gente cree mucho en el poder de Santa Vera Cruz y por eso viene a la fiesta. La cruz de Cristo estaba presente en el mundo andino desde el primer encuentro entre Francisco Pizarro y Atahualpa. Obviamente, en aquel momento no echó raíces en la tierra de los Andes, simplemente era un elemento al lado de la Biblia en las manos del padre dominico Vicente de Valverde, que quería predicar la Palabra de Dios al emperador incaico. Más tarde los misioneros, con el fin de extirpar la idolatría, intentaron poner cruces en los lugares donde los nativos rendían culto a sus divinidades (C. Bernard). Pero se necesitaba aún mucho trabajo apostólico para implantar este signo de la Santa Cruz, para poder decir que ella se había enraizado en el corazón de los indígenas.
Cristo Crucificado era generalmente percibido en la historia como alguien muy cercano al pueblo, alguien que compartía las mismas condiciones de la vida de los hombres. Como “varón de dolores” conocía bien lo que significa el sufrimiento. Entregando su vida en la cruz para redimir a los hombres de los pecados, llegó a ser su Salvador. Por estas razones juega el papel principal en la religiosidad popular. Durante la fiesta, el acento no cae sobre la relación directa con el Cristo sufriente, sino se destaca otro valor, que obviamente brota de la muerte de Cristo, y es la vida. En verdad, la cruz es el camino que lleva a través de la muerte a la nueva vida. Ya que el desenlace de la Pasión del Señor no es la muerte sino la resurrección, así analógicamente, aquí se subrayaba el valor de la vida multiplicada.
La vela abunda en toda la festividad religiosa. El sol ilumina durante el día y la vela durante la noche; y es por eso justamente que la luz de las velas es más visible por la noche. Hay que disipar las tinieblas para poder ver con la luz. Pero no solamente durante la noche porque, como afirmó el padre Javier Velasco, también para que la tierra pueda producir es importante que tenga luz, la luz del sol.
La fiesta de la fertilidad, esta regada en demasía de alcohol
En la cultura andina se habla de los cuatro elementos: el aire, el fuego, la tierra y el sol. Entonces en esta fiesta no pueden faltar estos elementos de la simbología andina. En forma de antorchas se prenden las velas, y los devotos de este modo hacen su ofrenda. Ellos están al lado de sus velas hasta que se consuman. Algunos, no tanto por escuchar mal la palabra ‘vera’, sino por asociar la cantidad de velas que arden al lado de la imagen, comienzan, según mi opinión, a nombrar espontáneamente dicha imagen “Santa Vela Cruz”.
La manera de colocar las velas también tiene su simbolismo. Se las pone de acuerdo a la cantidad de los miembros y según como vive la familia. Por ejemplo si son cinco personas bien unidas, las velitas se ponen juntas, pero si hay dos que están peleados con la familia, dos velas están separadas. Este modo de poner depende también de la convicción de cada uno porque aunque haya personas separadas alguien puede poner todas las velas juntas, expresando así su deseo de que la familia esté unida de nuevo.
La gente del campo que tiene sus animales junto a la vela, pone también la bosta. Se consume todo junto y la ceniza que queda sirve para ser esparcida en el corralito, pidiendo la bendición del Señor de Santa Vera Cruz. El hecho de quemar la bosta de los animales es uno de los elementos autóctonos de la fiesta, y expresa la esperanza de que los animales puedan tener más crías. No se trata únicamente de los animales cuyas bostas se queman, sino de todos en general: chivos, vacas, burros, ovejas, etc.
Otro elemento que hay que destacar es el pago a la Pachamama. Los campesinos “han aprendido desde niños que la tierra está viva, que se llama Pachamama, que alimenta a los hombres y que hay que ofrecerle un ‘pago’, incluso este pago es una obligación enraizada en la propia cultura, a través de él uno llega a ‘ser fiel a sí mismo’. Esta costumbre de agradecer a la Pachamama es una realidad que el pueblo conserva todavía de los tiempos prehispánicos, cuyo objetivo es obtener buenos frutos en sus cultivos. Vale la pena mencionar aquí que para determinados indígenas la Pachamama no es una divinidad andina con realidad propia, sino una virgen santa que alimenta a los hombres por encargo de Dios” (M. Marzal).
En la cultura andina, la chicha ha sido usada como elemento para agradecer a la Pachamama. El derramar la chicha se llama con la palabra quechua ch’allar, y se derrama algo valioso; en este caso la chicha, una bebida producida a base de maíz. Aquí vale la pena decir que está mal visto derramar poca chicha, pudiendo ser considerado tacaño quien echa poco. Invitar a la Pachamama derramando chicha, es un modo de compartir con ella lo que uno recibe. La chicha también se echa encima de los animales.
No hay fiesta sin canto, por eso no podemos omitir las coplas de Santa Vera Cruz, que son unos cantos “que tienen componente popular y picaresco (consisten en ‘pincharle’ al otro para que responda; por ejemplo dicen: yo trabajo todos los días y tú -dirigiéndose al Tata Vera Cruz-, ¿qué haces ahí parado?)”. Como se puede notar, algunos textos incluso están a punto de ‘insultar’ al Señor, son como una especie de reclamo manifestando sus peticiones. “Los devotos cantan coplas picantes, de doble sentido y dirigiéndose a ‘Tatala’ frontalmente, como si fuera un amigo. A veces cantan cosas fuertes, pero yo creo -dijo una de las devotas- que el Santo les aguanta y comprende, se pone a su altura y se acomoda” (J. Calle).
Muy conmovedora es la creencia de las mujeres que no pueden tener hijos. Cuando una familia ya no quiere tener más ‘wawas’ (niños), entonces la señora deja un muñequito a los pies de la imagen. Allí están presentes las mujeres que por alguna razón tienen problemas para tener hijos. Ellas con esperanza de agarrar uno, esperan ansiosamente, teniendo fe que también un día llegarán a ser madres. Por desgracia la cantidad de señoras que dejan los muñequitos es menor de las que esperan para agarrarlos. Las que tienen la dicha de recoger una muñeca, la llevan a la iglesia para que el padre la bendiga, y después de la bendición se la guardan en casa. Si una mujer lleva dos muñecas eso quiere decir que quiere tener dos hijas. Los muñequitos se pueden hacer o simplemente comprar en alguna tienda.
Hoy la fiesta de la Vera Cruz es un fenómeno sincrético
Los peregrinos para expresar su petición por una casa, al lado de sus velas ponen una casita pequeña, como un símbolo de lo que esperan recibir. Los que piden auto, obviamente ponen una miniatura del auto. Subrayan ellos, que para que esta oración sea eficaz se debe tener fe. La gente de la zona rural pone sobre todo figuritas de animales de yeso, para obtener más ganado. También pueden poner papas al lado de la Cruz, para pedir abundancia de ellas durante la cosecha. Las vestiduras de Cristo con frecuencia tienen colgados auténticos billetes. Este hecho expresa el agradecimiento y no tanto el deseo de más dinero. Pero si alguien quisiera conseguir más dinero, debe comprar las estampitas que simbolizan dinero, es decir, una miniatura de los billetes. Una vez compradas debe hacerlas rozar con la imagen, para que no le falte dinero.
El incienso, un elemento que también venden los comerciantes, es como un símbolo de oración, que elevándose simboliza la oración que se va hacia arriba para llegar a Dios. El hecho de ahumar a una persona con el incienso, quiere decir que se pide la bendición. Los que sirven con el incienso cobran dando la esperanza de que a otros les vaya bien.
Otro adorno festivo es la mixtura (pequeños pedazos de papel), que sirve para expresar el gozo y la alegría. Se echa por encima de las cabezas de la gente, y parece estar cubierto todo de nieve. A parte de esto, lo que se echa con abundancia es el agua bendita. Normalmente al lado de la cruz hay un recipiente con el agua. Algunas personas, no satisfechas con el simple hecho de ser rociadas, se lavan la cara o derraman dicha agua sobre sus cabezas.
Esta fiesta, en algunos lugares, se parece a la Vigilia pascual que se celebra en la noche que proclama la Resurrección de Jesucristo. También entonces se prenden muchas velas para poder velar con ellas y esperar la victoria de Cristo sobre las tinieblas de la muerte. La noche pascual es una proclamación de la Vida y de la Luz. Aquí también se trata de la vida expresada en la palabra ‘fertilidad’. Puede ser que alguien se haya dado cuenta de que de la muerte de Jesús brota la vida, y por eso haya identificado unas creencias de fecundidad con la Santa Cruz. Ojalá la fiesta pueda servir para la fecundidad no sólo de la tierra o del ganado, sino también del corazón de cada peregrino que acude a pedir las gracias necesarias al que llaman ‘Tatala’.
 Fray Dariusz Mazurek OFMConv.
© 2012 - Il Messaggero di S.Antonio Editrice

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