La fiesta de
Santa Vera Cruz, que cada año se celebra en Valle Hermoso pequeña localidad de Cochabamba
(Bolivia), sigue siendo objeto de estudio, de reportajes periodísticos, pero
sobre todo para los devotos es una ocasión para pedir por la fecundidad. Las
mujeres piden tener hijos, y los agricultores rezan para que sus animales
tengan crías y la tierra produzca frutos. Con este objetivo se hacen ciertos
rituales, se usan muñequitos, velas, bosta… todo ello para experimentar la
generosidad del Autor de toda la vida.
Milagrosa imagen de la Santa Vera Cruz |
Los
protagonistas son: la milagrosa imagen del Señor crucificado y los peregrinos,
la mayoría de ellos campesinos, que entran en una estrecha relación a través de
sus creencias y ritos. Justamente, gracias a estos símbolos y ritos la gente es
capaz de expresar en el tiempo y en el espacio su deseo de festejar. La fiesta
une a muchas personas y el símbolo establece “un vínculo, una relación de
hombres” (P. Amurrio Paniagua), que descubriendo algo sagrado en cualquier
objeto, a través del rito quieren entrar en contacto con la divinidad o “con
las fuerzas de la naturaleza para tener buena cosecha, la fertilidad de la
tierra, la fertilidad de los animales, la protección de los fenómenos naturales
que hacen el mal”. Los ritos entonces que se llevan a cabo durante la fiesta
son, en cierta manera, como “un trueque de doble sentido: de agradecimiento y
al mismo tiempo de petición” (J. Calle).
Antes de que
llegaran los españoles, los nativos tenían una fiesta dedicada a la fertilidad;
los españoles la cristianizaron y en cierto modo, tomando en cuenta el hallazgo
de la verdadera cruz de Cristo en Tierra Santa, unieron estos dos eventos. Otro
dato importante se refiere a otro hallazgo. Un campesino encontró una piedra en
el río y se dio cuenta de que tenía el signo de la cruz. Este hecho fue visto
como un milagro, y se empezó a venerar la piedra en una capilla edificada
especialmente para esa devoción. “En el año de 1740 se afirma que en el lugar
hubo una ‘huaca’, considerada por la cosmovisión andina como lugar sagrado.
Posteriormente, un cura sustituyó la ‘huaca’ por la cruz… En los años de
1927-1928 se erigió el primer templo para la Santa Vera Cruz”.
La fiesta se
celebra el 2 y el 3 de mayo. La primera fecha es el día de la llegada de la
gente, y la segunda el día central de la celebración. A pesar de que éstos son
los días principales de la fiesta, algunos se quedan unos días más, por ejemplo
hasta el siguiente domingo. En nuestro caso, se trata de una fiesta sumergida
en el tiempo de la cosecha. Aquí, en Latinoamérica, este mes pertenece a la
estación de otoño, por consiguiente es el tiempo de recoger los frutos de la
tierra. La alegría de la cosecha tiene su desenlace en la fiesta, que no
solamente expresa un agradecimiento por dichos frutos, sino que también es una
expresión de petición para que el año siguiente sea muy fecundo.
La realidad
sagrada de dicha fiesta se manifiesta de diferentes modos. Uno de ellos se
refiere al símbolo más importante de toda la fiesta: la cruz. La gente cree
mucho en el poder de Santa Vera Cruz y por eso viene a la fiesta. La cruz de
Cristo estaba presente en el mundo andino desde el primer encuentro entre
Francisco Pizarro y Atahualpa. Obviamente, en aquel momento no echó raíces en
la tierra de los Andes, simplemente era un elemento al lado de la Biblia en las
manos del padre dominico Vicente de Valverde, que quería predicar la Palabra de
Dios al emperador incaico. Más tarde los misioneros, con el fin de extirpar la
idolatría, intentaron poner cruces en los lugares donde los nativos rendían
culto a sus divinidades (C. Bernard). Pero se necesitaba aún mucho trabajo
apostólico para implantar este signo de la Santa Cruz, para poder decir que
ella se había enraizado en el corazón de los indígenas.
Cristo
Crucificado era generalmente percibido en la historia como alguien muy cercano
al pueblo, alguien que compartía las mismas condiciones de la vida de los
hombres. Como “varón de dolores” conocía bien lo que significa el sufrimiento.
Entregando su vida en la cruz para redimir a los hombres de los pecados, llegó
a ser su Salvador. Por estas razones juega el papel principal en la religiosidad
popular. Durante la fiesta, el acento no cae sobre la relación directa con el
Cristo sufriente, sino se destaca otro valor, que obviamente brota de la muerte
de Cristo, y es la vida. En verdad, la cruz es el camino que lleva a través de
la muerte a la nueva vida. Ya que el desenlace de la Pasión del Señor no es la
muerte sino la resurrección, así analógicamente, aquí se subrayaba el valor de
la vida multiplicada.
La vela abunda
en toda la festividad religiosa. El sol ilumina durante el día y la vela
durante la noche; y es por eso justamente que la luz de las velas es más
visible por la noche. Hay que disipar las tinieblas para poder ver con la luz.
Pero no solamente durante la noche porque, como afirmó el padre Javier Velasco,
también para que la tierra pueda producir es importante que tenga luz, la luz
del sol.
La fiesta de la fertilidad, esta regada en demasía de alcohol |
En la cultura
andina se habla de los cuatro elementos: el aire, el fuego, la tierra y el sol.
Entonces en esta fiesta no pueden faltar estos elementos de la simbología
andina. En forma de antorchas se prenden las velas, y los devotos de este modo
hacen su ofrenda. Ellos están al lado de sus velas hasta que se consuman.
Algunos, no tanto por escuchar mal la palabra ‘vera’, sino por asociar la
cantidad de velas que arden al lado de la imagen, comienzan, según mi opinión,
a nombrar espontáneamente dicha imagen “Santa Vela Cruz”.
La manera de
colocar las velas también tiene su simbolismo. Se las pone de acuerdo a la
cantidad de los miembros y según como vive la familia. Por ejemplo si son cinco
personas bien unidas, las velitas se ponen juntas, pero si hay dos que están
peleados con la familia, dos velas están separadas. Este modo de poner depende
también de la convicción de cada uno porque aunque haya personas separadas
alguien puede poner todas las velas juntas, expresando así su deseo de que la
familia esté unida de nuevo.
La gente del
campo que tiene sus animales junto a la vela, pone también la bosta. Se consume
todo junto y la ceniza que queda sirve para ser esparcida en el corralito,
pidiendo la bendición del Señor de Santa Vera Cruz. El hecho de quemar la bosta
de los animales es uno de los elementos autóctonos de la fiesta, y expresa la
esperanza de que los animales puedan tener más crías. No se trata únicamente de
los animales cuyas bostas se queman, sino de todos en general: chivos, vacas,
burros, ovejas, etc.
Otro elemento
que hay que destacar es el pago a la Pachamama. Los campesinos “han aprendido
desde niños que la tierra está viva, que se llama Pachamama, que alimenta a los
hombres y que hay que ofrecerle un ‘pago’, incluso este pago es una obligación
enraizada en la propia cultura, a través de él uno llega a ‘ser fiel a sí
mismo’. Esta costumbre de agradecer a la Pachamama es una realidad que el
pueblo conserva todavía de los tiempos prehispánicos, cuyo objetivo es obtener
buenos frutos en sus cultivos. Vale la pena mencionar aquí que para
determinados indígenas la Pachamama no es una divinidad andina con realidad
propia, sino una virgen santa que alimenta a los hombres por encargo de Dios”
(M. Marzal).
En la cultura
andina, la chicha ha sido usada como elemento para agradecer a la Pachamama. El
derramar la chicha se llama con la palabra quechua ch’allar, y se derrama algo
valioso; en este caso la chicha, una bebida producida a base de maíz. Aquí vale
la pena decir que está mal visto derramar poca chicha, pudiendo ser considerado
tacaño quien echa poco. Invitar a la Pachamama derramando chicha, es un modo de
compartir con ella lo que uno recibe. La chicha también se echa encima de los
animales.
No hay fiesta
sin canto, por eso no podemos omitir las coplas de Santa Vera Cruz, que son
unos cantos “que tienen componente popular y picaresco (consisten en
‘pincharle’ al otro para que responda; por ejemplo dicen: yo trabajo todos los
días y tú -dirigiéndose al Tata Vera Cruz-, ¿qué haces ahí parado?)”. Como se
puede notar, algunos textos incluso están a punto de ‘insultar’ al Señor, son
como una especie de reclamo manifestando sus peticiones. “Los devotos cantan
coplas picantes, de doble sentido y dirigiéndose a ‘Tatala’ frontalmente, como
si fuera un amigo. A veces cantan cosas fuertes, pero yo creo -dijo una de las
devotas- que el Santo les aguanta y comprende, se pone a su altura y se
acomoda” (J. Calle).
Muy
conmovedora es la creencia de las mujeres que no pueden tener hijos. Cuando una
familia ya no quiere tener más ‘wawas’ (niños), entonces la señora deja un
muñequito a los pies de la imagen. Allí están presentes las mujeres que por
alguna razón tienen problemas para tener hijos. Ellas con esperanza de agarrar
uno, esperan ansiosamente, teniendo fe que también un día llegarán a ser
madres. Por desgracia la cantidad de señoras que dejan los muñequitos es menor
de las que esperan para agarrarlos. Las que tienen la dicha de recoger una muñeca,
la llevan a la iglesia para que el padre la bendiga, y después de la bendición
se la guardan en casa. Si una mujer lleva dos muñecas eso quiere decir que
quiere tener dos hijas. Los muñequitos se pueden hacer o simplemente comprar en
alguna tienda.
Hoy la fiesta de la Vera Cruz es un fenómeno sincrético |
Los peregrinos
para expresar su petición por una casa, al lado de sus velas ponen una casita
pequeña, como un símbolo de lo que esperan recibir. Los que piden auto,
obviamente ponen una miniatura del auto. Subrayan ellos, que para que esta
oración sea eficaz se debe tener fe. La gente de la zona rural pone sobre todo
figuritas de animales de yeso, para obtener más ganado. También pueden poner
papas al lado de la Cruz, para pedir abundancia de ellas durante la cosecha.
Las vestiduras de Cristo con frecuencia tienen colgados auténticos billetes.
Este hecho expresa el agradecimiento y no tanto el deseo de más dinero. Pero si
alguien quisiera conseguir más dinero, debe comprar las estampitas que
simbolizan dinero, es decir, una miniatura de los billetes. Una vez compradas
debe hacerlas rozar con la imagen, para que no le falte dinero.
El incienso,
un elemento que también venden los comerciantes, es como un símbolo de oración,
que elevándose simboliza la oración que se va hacia arriba para llegar a Dios.
El hecho de ahumar a una persona con el incienso, quiere decir que se pide la
bendición. Los que sirven con el incienso cobran dando la esperanza de que a
otros les vaya bien.
Otro adorno
festivo es la mixtura (pequeños pedazos de papel), que sirve para expresar el
gozo y la alegría. Se echa por encima de las cabezas de la gente, y parece
estar cubierto todo de nieve. A parte de esto, lo que se echa con abundancia es
el agua bendita. Normalmente al lado de la cruz hay un recipiente con el agua.
Algunas personas, no satisfechas con el simple hecho de ser rociadas, se lavan
la cara o derraman dicha agua sobre sus cabezas.
Esta fiesta,
en algunos lugares, se parece a la Vigilia pascual que se celebra en la noche
que proclama la Resurrección de Jesucristo. También entonces se prenden muchas
velas para poder velar con ellas y esperar la victoria de Cristo sobre las
tinieblas de la muerte. La noche pascual es una proclamación de la Vida y de la
Luz. Aquí también se trata de la vida expresada en la palabra ‘fertilidad’.
Puede ser que alguien se haya dado cuenta de que de la muerte de Jesús brota la
vida, y por eso haya identificado unas creencias de fecundidad con la Santa
Cruz. Ojalá la fiesta pueda servir para la fecundidad no sólo de la tierra o
del ganado, sino también del corazón de cada peregrino que acude a pedir las
gracias necesarias al que llaman ‘Tatala’.
Fray Dariusz Mazurek OFMConv.
© 2012 - Il Messaggero di S.Antonio
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