Me marcó tanto en mi juventud, quién pidió, que abramos las ventanas de la Iglesia (y de nuestro corazón) para que entre el Espiritu para lograr otra humanidad posible y nos mostro el camino. PERDON, pobre papa místico de lo humano.
Estas palabras las pronunció en su lecho de muerte:
“Ahora más que nunca, ciertamente más que en los siglos pasados, estamos comprometidos a servir al ser humano como tal y no sólo a los católicos; a defender ante todo y por doquier los derechos de la persona humana y no solamente los de la Iglesia católica. No es el Evangelio el que cambia, somos nosotros quienes comenzamos a comprenderlo mejor.”
(S.S. Juan XXIII)
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