21 de marzo de 2009

Lucho NO murio, sólo lo asesinaron

Una respuesta espiritual al inhumano e injusto sistema económico, político y social, fue cruelmente eliminada el 21 de marzo de 1980. Aquella noche, luego de ver la película “Los desalmados”, Luis Espinal Camps se dirigía a su domicilio cuando fue interceptado por esbirros del Ejército de Bolivia, quienes en las siguientes horas le darían muerte, a plan de torturas y balazos.
El asesinato del sacerdote de origen español ya estaba anunciado desde hace tiempo. Su sola presencia era una denuncia contra el fascismo, la pobreza y toda injusticia cometida por los poderosos. Durante los doce años que estuvo en Bolivia, Espinal hizo de su vida un apostolado de defensa de los valores más igualitarios del cristianismo, de denuncia de las iniquidades que cometen quienes detentan el poder, y de proyección de un mundo mejor.
Realizó dicha tarea desde su ejemplar función de pastor religioso, pero fundamentalmente desde los medios de comunicación en los que marcó una línea no sólo ética, sino de amplio contenido y propuesta.

Sus inicios
En su libro “¡Lucho Vive!”, Alfonso Pedrajas indica que Espinal tuvo “una infancia dolorosa”, pues el religioso español, nacido en Manresa el 4 de febrero de 1932, vivió sus primeros 29 años la dictadura fascista del Gral. Francisco Franco.
Durante la Guerra Civil que encumbró al dictador en el poder, Espinal perdió a uno de sus hermanos. Éste y otros horrores de la guerra y la posguerra seguramente marcaron fuertemente al joven Espinal, quien a temprana edad ya se destacaba por ser un sobresaliente estudiante y deportista.En el colegio y Seminario Mayor “San José de Roquetas”, Espinal estudió guiado por maestros jesuitas, de 1944 a 1949.
Sus docentes, de altas exigencias académicas, dijeron de él: “Idealista, gran sentido de la honradez interior y con una naciente pasión por la justicia”.El 15 de agosto de 1951, Espinal hizo sus primeros votos en la Compañía de Jesús. Posteriormente, estudió latín, griego, literatura y otras disciplinas del conocimiento. En esta época colaboraba con revistas de Teología y Filosofía, además de escribir sus primeros guiones para radio.

Como docente, obtuvo su licenciatura en Teología en 1963. En ese tiempo, el Papa Juan XXIII inició un profundo proceso de renovación de la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II.El historiador Carlos Mesa, en su obra “El cine boliviano según Luis Espinal”, señala que ya en este tiempo el joven Espinal tomó contacto con los medios de comunicación, pues pasaba parte de su tiempo “escribiendo guiones radiofónicos para radio ‘Barcelona’ y radio ‘Vaticana’. Estos primeros trabajos los firma con seudónimo de ‘Luis Borja”.
Entre 1963 y 1964, Espinal estudia en una de las bibliotecas especializadas en cine más importantes del país, la Delmiro del Caralt, junto “al crítico de cine Juan Ripoll. Este estudio especializado determinó profundamente su vocación hacia el cine, en el que trabajó infatigablemente hasta su muerte”, explica Mesa.


Sacerdote y cineasta

Ya sacerdote en 1964, Espinal viajó a Bérgamo, Italia, donde estudió por dos años Periodismo Audiovisual, especializándose en Cine para la televisión. Pedrajas recuerda que en aquel año el joven religioso colaboró en la dirección y montaje de un documental italiano, “Bartolomeo Colleoni”, y pasaba sus veranos en la Cinemateca de París, tomando conocimiento de lo mejor del séptimo arte de entonces.

Su biógrafo comenta así esta etapa: “Luis entiende, desde ahora, su sacerdocio como un servicio en dimensiones de interioridad al hombre de hoy. Un hombre que se expresa prioritariamente en el lenguaje de las imágenes”.En el ámbito de la crítica cinematográfica, en el que fue un sobresaliente maestro, “comienza a ganar experiencia como colaborador de la revista española ‘Reseña’ (entre 1966 y 1967)”, explica Mesa.

A su regreso de Italia, Espinal trabajó como director de clubes de video, en la película española “Noche iluminada” y publicó el libro “Deontología de la televisión”. Asimismo, comenzó a trabajar en la red de televisión española TVE, en ese tiempo bajo la censura franquista. En aquella red puso al aire su programa “Cuestión Urgente”, con temáticas sociales de alto impacto como la migración, prostitución y drogas, entre otras.

Después de dos años de emisión, en 1967 el programa fue censurado a causa de haber difundido imágenes de la pobreza en España y una entrevista con un personaje de línea política de izquierda. Ante este hecho, Espinal se retiró del medio audiovisual, siendo ésta su primera experiencia de un largo peregrinaje por otros medios de comunicación donde su compromiso con la verdad se vería restringido.

Su biógrafo comenta: “Cuando Espinal cortaba con algo, era para siempre. No era hombre de soluciones diplomáticas, ni de componendas”.En los días de su retiro, Espinal conoció en España al obispo boliviano, Mons. Genaro Prata que, como encargado de los Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal de Bolivia, le ofreció trabajo en la nación sudamericana.

Espinal en Bolivia
Espinal llegó a Bolivia en 1968, país en el que fue testigo de sucesivos golpes de Estado, desde el realizado por el Gral. René Barrientos, hasta los preparativos para la dictadura del Gral. Luis García Meza.
Pedrajas recuerda: “Espinal vive una época de terribles dictaduras, represión, cárceles, fusilamientos, desapariciones, exilios, violaciones de derechos humanos, prepotencia militar, censura...”Habiéndose nacionalizado boliviano en 1970, Espinal se dedicó de lleno a la crítica y producción cinematográfica, a la televisión, a la radio y al periodismo.

En la ciudad en la que residió, La Paz, colaboró en radio Fides, en los periódicos Presencia y Última Hora; produjo varios cortometrajes para la Televisión Boliviana, formó parte de la productora cinematográfica Ukamau.Trabajó en cine junto a Jorge Sanjinés, Antonio Eguino, Oscar Soria y Alfonso Gumucio; fue profesor de Comunicación Social de la Universidad Mayor de San Andrés y la Universidad Católica de La Paz, y desde 1979 dirigió el semanario Aquí.
Además de miles de críticas cinematográficas, escribió doce libros sobre cine, que han sido publicados en la colección “Cuadernos de cine”, de la editorial Don Bosco.Desde 1969, Espinal colaboró con una crítica semanal de cine en el matutino paceño Presencia, tarea que se extendería por 11 años, hasta que el diario decidió echarlo.

El investigador Víctor Codina revela detalles de esta situación, en el libro “El testamento político espiritual de Luis Espinal” de Javier Medina: “Por haber dicho en una crítica cinematográfica, en el diario Presencia, que el cura de la película peruana ‘Muerte al amanecer’ estaba más con el poder que con el pueblo, ‘como sucede demasiadas veces entre nosotros’, es despedido del matutino católico Presencia, donde había colaborado durante diez años como crítico de cine”.
El historiador Carlos Mesa abunda acerca del trabajo de Espinal durante esa época: “A mediados de 1969, es llamado por el Centro de Orientación Cinematográfica (COC) como asesor del Cineclub Luminaria. (…) En el campo de la realización, comienza trabajando en ‘Pistolas para la paz’ que es el proyecto realizado más importante, en torno a una campaña de vacunación masiva.

Ese mismo año viaja a Alemania a un curso de Televisión Educativa y luego representa a Bolivia (COC) en el Seminario Latinoamericano de la organización OCIC (Lima).
A partir del Cineclub Luminaria, Espinal incursiona en la labor pedagógica con infinidad de cursos, cursillos, talleres, seminarios y charlas de cine, en estos “cursos demostró su capacidad de entrega desinteresada y su extraordinario conocimiento del cine como un conjunto, como un todo. Durante 10 años recorrió el país impartiendo enseñanzas a todo nivel.

En 1970, inició el programa quincenal “En carne viva” en Televisión Boliviana, de contenido similar a “Cuestión Urgente”. En uno de sus episodios, el programa fue censurado por presentar declaraciones de un miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN), lo que suscitó la expulsión del religioso de este medio televisivo.
Otra de sus destacables aportes fue su contribución a la formación de la Cinemateca Boliviana.“La Cinemateca Boliviana, fundada en 1976, le debe en importante medida su existencia (…) Durante los primeros años de trabajo, la colaboración y asesoramiento suyo a la Cinemateca fue permanente. Entre 1977 y 1978 forma parte del Comité de Redacción del anteproyecto de la Ley de Cine que fue aprobada en 1978”, recuerda Mesa.

Espinal incursionó en la radio poco antes del golpe de Estado protagonizado por Hugo Banzer Suárez, régimen al que criticó constantemente. Pedrajas recuerda: “Pero su voz, cada vez más, incomodaba a muchos.

El editorial del sábado 3 de febrero de 1973 es retirado por instancias jerárquicas supremas. Se titulaba ‘Lo viejo y lo nuevo” afirma Pedrajas. De esta manera, la censura determina una vez más la renuncia de Espinal a otro medio de comunicación, yéndose esta vez a radio San Gabriel.
Periodista del pueblo.
Los dos últimos años de su vida, Espinal se hizo cargo del semanario Aquí, del cual fue nombrado director. Este medio escrito marcó un nuevo estilo de hacer periodismo, basado fundamentalmente en la denuncia de las injusticias y en una propuesta de cambio del orden social.

Pedrajas consigna en su libro una de las primeras editoriales de Aquí: “El periodismo oficial es un periodismo para el consumo; por esto su base es el sensacionalismo; los hechos más llamativos y vistosos; la historia se concibe solamente como narración y espectáculo.
Por el contrario, un periodismo popular y progresista va de cara al cambio; y lo que busca es lo más importante, lo más significativo (aunque no sea vistoso) dentro de la dinámica de la historia que se está haciendo. Aclarar la actualidad histórica es indispensable para una ubicación correcta dentro de la acción histórica y política”.

Pedrajas señala que Espinal cristalizó, en los últimos años de su trabajo en Bolivia, su propio esquema de trabajo: “Aquello constituía el núcleo de su existencia: una lucha contra las estructura de muerte, contra el fascismo, contra la dictadura, contra el sistema socio–político que atenaza al pueblo. Para él la dictadura era en el fondo un mecanismo de muerte.

De ahí su repetido estribillo ‘¡Basta ya de muerte! ¡Basta ya de destrucción!”Según el biógrafo, una de las principales causas por las que el religioso español sería asesinado posteriormente fue también su crítica al narcotráfico y los nexos de esta actividad ilícita con el poder militar.

Acá cabe destacar también, la defensa de los indígenas de Luis Espinal, recogida en “Callar es lo mismo que mentir”, un libro que recoge las editoriales de Aquí, semanario en el que Espinal escribe ideas que parecen ser de hoy mismo: “Uno de los principales dirigentes campesinos manifestaba con toda justeza que, durante más de 400 años, los ‘indios’ o campesinos sufrieron humildemente vejámenes, injusticias y masacre, por parte de los llamados gobiernos populares, democráticos, fascistas y revolucionarios sin que nadie, ni los propios campesinos pudieran defenderse a sí mismos. Y ahora, por el simple hecho de exigir un poco de justicia, son calificados de ‘indios’, ‘brutos’, ‘salvajes’ y hasta de ‘enemigos de la democracia”.

Una vida entregada a los demás
Como una muestra de su compromiso con las demandas populares, Espinal participó de la huelga de hambre, iniciada en 1977, por un grupo de mujeres mineras, demandando la amnistía general e irrestricta al gobierno del dictador Hugo Banzer.

Esta medida se masificó luego en 28 grupos a lo largo de todo el país y recibió el apoyo internacional. Pedrajas recuerda esta parte de la vida del sacerdote jesuita: “Espinal, extranjero nacionalizado, a través de la huelga se siente más aceptado con el pueblo: ‘Morir por un pueblo puede dar más carta de ciudadanía que nacer en él’.

Durante la huelga, Espinal escribe su vivencia corporal y religiosa en su ‘Testamento político espiritual’, sobre sus 19 días de ayuno, iniciados el 31 de diciembre de 1977”.
Habiendo en lo posterior hecho un libro del “Testamento político espiritual”, Javier Medina comenta: “Ahora bien, la importancia de este texto -me parece- estriba en que el corazón mismo del torbellino de la Historia: una huelga de masas que termina con una dictadura; es decir, cumpliendo lo que quisiera cualquier teología de la liberación que se precie de tal, la pluma de Espinal se posa ingrávida sobre la atemperalidad del cuerpo; metáfora, como se sabe, del espacio: la polaridad hasta ahora inexorablemente negligida por todo discurso pensado desde el paradigma exótico”.

Muerte de Espinal
El 20 de marzo de 1980, una noche antes de su asesinato, los compañeros de Espinal terminaban la edición No. 54 del semanario Aquí, cuyo editorial estaba referido a la unidad popular en torno a la Central Obrera Boliviana (COB).
Paradójicamente, días después de su asesinato se encontró otro editorial que no llegaría a publicarse, titulado “No queremos mártires”, en el que Espinal escribía: “El país no necesita mártires, sino constructores. No queremos mártires, así se queden vacías las horas cívicas”.

La muerte de Espinal estaba anunciada, pues las instalaciones de Aquí ya habían sufrido un atentado dinamitero pocos meses atrás. De igual modo, el trabajo de Espinal era duramente criticado por algunos jerarcas de la Iglesia e incluso por funcionarios del Ministerio del Interior.

Era el 21 de marzo de 1980, cuando Espinal salía del cine luego de ver la película “Los desalmados”, dirigiéndose posteriormente a su domicilio, en el camino fue interceptado por miembros del Servicio de Inteligencia del Ejército, quienes lo trasladaron por la fuerza al matadero paceño de Achachicala.

Allí fue objeto de múltiples torturas. El cuerpo de Espinal, encontrado al amanecer del día siguiente, presentaba varias magulladuras y fracturas, además de 14 orificios de bala. Su entierro se asemejó a una manifestación, pues a él asistieron alrededor de 70 mil personas.

“Los informes verbales de los expertos presentes en la autopsia precisaban que los disparos fueron hechos con arma automática sin silenciador y a tres metros de distancia aproximadamente.

Se encontraron tres balas incrustadas en su cuerpo. Las balas eran de calibre 9 mm de 8.42 gramos de peso”, recuerda Salinas. El periodista Orlando Mercado, en su libro “La sociología del cine según Luis Espinal Camps” revela que: “Precisamente, diez días antes del asesinato del sacerdote, “Luis Arce Gómez -que jefaturizaba el Depto. II de Inteligencia del Ejército- ordenó su seguimiento y secuestro, porque en consideración del Coronel de la Cocaína, Espinal era un elemento del ELN que difundía el “extremismo” en las páginas del “Semanario del Pueblo”.
Por otro lado, Mercado denuncia: “Todos estos cancerberos estuvieron dirigidos por el Inspector de la DIN Guido Benavídez (Dogui), teniendo como ‘autor intelectual’ del operativo al Cnl. Rafael Loayza. Muchos de los paramilitares trabajaron con anterioridad en los aparatos represivos del Estado durante la dictadura de Hugo Banzer Suárez”.

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