27 de marzo de 2009

Los Trapenses a la espera de un regreso....

El superior de la orden religiosa confía en volver a un monasterio de Argelia, donde en 1996 fueron asesinados siete monjes.

Los monjes trapenses no olvidan a los siete mártires de Argelia, que en mayo de 1996 pagaron con su vida la incomprensión del fundamentalismo religioso.

La intención de los superiores de la comunidad -conducida en Roma por el monje y sacerdote argentino Bernardo Olivera- es retomar la vida de convento que durante 50 años resplandeció en el monasterio de Tibhirine, a 85 kilómetros de Argel, una vez que el diálogo iniciado con el gobierno de Argelia avance por carriles más seguros.

"Hay voluntarios en nuestra comunidad que se preparan para la eventualidad del retorno", reveló ayer el padre Olivera, en una entrevista con La Nación , al señalar que la sepultura de los siete monjes en el propio monasterio de Tibhirine es de alguna manera "la prenda del regreso".

A los 55 años, el argentino Bernardo Olivera es el abad general de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, conocida en todo el mundo como la Orden Trapense, que guarda un tronco común y reconoce diferencias con la Benedictina, madre de las órdenes religiosas contemplativas.

Nacidos en el año 1098, a partir de una reforma surgida dentro del universo benedictino, en los cistercienses convivieron durante casi ocho siglos dos tendencias internas: los de estricta observancia (trapenses), más apegados a la vida de clausura, sin apostolados externos, y los de común observancia. Concretada la separación definitiva en 1892, a los primeros se los identificó con el Monasterio de la Trappe, en Francia, y por eso son conocidos como trapenses.

"En los últimos ocho años hemos perdido a unos 200 monjes; hoy llegan a 2600 en los monasterios de varones. Las monjas suman 1900 y su número se mantiene estable", precisó el padre Olivera, que permaneció unos días en Buenos Aires y ayer partió a Chile, paso previo a Roma.

-¿Cuál es el significado de la vida monástica en el mundo de hoy?

-El significado es el de siempre. Puede ser que las circunstancias culturales o históricas hagan más o menos relevante la vida monástica. En el momento cultural actual se advierte una transición hacia la revalorización de lo religioso, la búsqueda de Dios, y en ese contexto lo monástico adquiere valor.

-¿En algún tiempo se había perdido la búsqueda de Dios?

-No diría que se había perdido. Pero los años setenta fueron una década de militancia, en la que lo religioso estuvo postergado o al servicio de la militancia, en el contexto cultural latinoamericano. Cuando las cosas se ven de otra forma, que las sociedades no se cambian con un chasquido de dedos, sino que son procesos lentos, y al mismo tiempo se da una mayor apertura a lo trascendente, lo monástico se revaloriza.

-¿Cómo se mantiene el recuerdo de la matanza de los mártires de Argelia?

-La orden no tiene duda en cuanto a volver a retomar el monasterio de Tibhirine. Hasta ahora no se ha dado ningún paso para reanudar la vida monástica porque el diálogo con el gobierno argelino ha aconsejado esperar, por razones de prudencia.

-¿Cómo se mantiene el diálogo con las autoridades de Argelia?

-Mantenemos el diálogo mediante el arzobispado de Argel. El último encuentro oficial fue en diciembre de 1997.

-¿Los monjes están sepultados en el monasterio?

-Los siete monjes trapenses están sepultados en el monasterio. Las autoridades dieron permiso para ello y creo que fue un acierto. Nuestra intención siempre había sido sepultura en el monasterio en caso de muerte. De alguna manera, ese entierro es como la prenda de un regreso. Es un anticipo del regreso.

-¿Qué pasó con los dos religiosos que sobrevivieron?

-Los padres Jean-Pierre Schumacher y Amédée Noto, que sobrevivieron a la matanza, se retiraron de Tibhirine en marzo de 1996, cuando los siete religiosos fueron secuestrados, dos meses antes de la masacre. Se fueron a vivir a Argel, a 85 kilómetros del monasterio. El primero pasó a una pequeña comunidad de Marruecos y Amédée quedó en Argel, como punto de contacto.

-¿Se abrió una causa de beatificación de los siete mártires?

-No, porque según la ley canónica hay que esperar cinco años para iniciar el proceso. No obstante, en la Arquidiócesis de Argel y en la Orden Cisterciense se ha hecho todo lo posible para recoger material, se publicaron siete libros que recogen testimonios y escritos de los monjes. El más reciente es una biografía del prior, Christian. Todo está preparado para iniciar un proceso eventual de canonización.

-¿Cómo se conserva el monasterio en Tibhirine sin la presencia de los monjes?

-El monasterio está muy bien. Los vecinos se encargan del cuidado del monasterio, con todo cariño y a la espera de la llegada de la congregación. Es un buen signo en este sentido: los vecinos son todos musulmanes. La comunidad local está a la espera de una comunidad cristiana.

-¿Puede estimar en cuánto tiempo volverán?

-Depende de la evolución de la situación en Argelia. De nuestra parte, en cuanto tengamos el permiso, allí estaremos.

-¿Qué explicación se puede encontrar a la muerte de los siete monjes?

-Habría distintos tipos de mensajes. El más amplio y más universal es un mensaje de perdón. El prior Christian de Chergé dejó un testamento, cuya primera parte fue redactada cuando el Grupo Islámico Armado secuestró a tres agentes consulares franceses y los liberó con un mensaje muy sencillo: todos los extranjeros debían partir de Argelia. Su primera palabra fuerte en el testamento, escrito "por si alguna vez me ocurriera una muerte violenta", es querer tener un instante de lucidez en el último momento para poder pedir perdón a Dios, a los demás y, de todo corazón, perdonar a aquel que sería su presunto asesino.

-¿En qué medida este gesto de perdón puede contribuir a lograr la pacificación en Argelia?

-Es difícil saberlo. Los hombres somos libres y podemos llegar hasta a crucificar al Hijo de Dios, ¿no? El testimonio del perdón anticipado del hipotético asesino, con la petición de tener ese momento la lucidez suficiente para actualizarlo, es un gesto muy fuerte, humana y religiosamente, que seguramente no pasa inadvertido en la sociedad argelina.

Mariano de Vedia

Apuntes

  • La Orden Trapense reúne a 4500 religiosos y religiosas en 164 monasterios.

  • En la Argentina hay dos conventos trapenses: uno de monjes (Nuestra Señora de los Angeles), en Azul, y otro de monjas (monasterio de la Madre de Cristo), en Hinojo, cerca de Olavarría.

  • Nacido en junio de 1943, en Acassuso, Bernardo Olivera ingresó en el monasterio trapense de Azul en 1962. En 1984 fue designado abad y en octubre de 1990 a los 47 años, fue elegido abad general de la orden.

  • La noche del 26 de marzo de 1996, veinte militantes del Grupo Islámico Armado ingresaron en el monasterio Nuestra Señora de Atlas, en Tibhirine, y secuestraron a los monjes Christian de Chergé (prior de la comunidad), a los padres Christophe, Bruno y Célestin y a los hermanos Luc, Michel y Paul. Los siete fueron degollados el 21 de mayo de 1996.

La vida monástica

Consultado sobre cómo viven los monjes de clausura a las puertas del siglo XXI, el padre Bernardo Olivera dio las siguientes definiciones:

  • "Todavía estamos dentro del proceso del Concilio Vaticano II: una vuelta a las fuentes y una puesta al día, a los nuevos tiempos, lo que Juan XXIII llamaba aggiornamento. "

  • "Procuramos una adaptación sana a los tiempos. No podemos estar con un arado de bueyes, cuando ya ni siquiera hay bueyes. Participamos de la complejidad de la economía moderna."

  • "Siempre rige la clausura monástica. Allí donde viven y oran los monjes y las monjas no hay un acceso público. En las iglesias monásticas hay una mayor participación de los fieles."

  • "En la vida monástica se mantienen lugares de silencio: la sala capitular, el claustro del monasterio, el comedor, el ámbito de las celdas monásticas (habitaciones de los monjes)."

  • "También hay tiempos de silencio. A partir del oficio de la noche, que se reza a las 20, hasta la misa de la mañana siguiente, que termina a las 7, son momentos en los cuales no se habla a menos que urja por una necesidad. Pero ya no existe el lenguaje de señas que había hasta hace 20 años."

  • "Hay mayor comunicación entre los monjes, que ahora es más espontánea y más profunda. Antes se requería de un permiso del superior."

  • "Con los benedictinos tenemos en común la Regla1098, a partir de una reforma que intentó volver a los orígenes. La otra diferencia es institucional: los benedictinos son una confederación de congregaciones. Los trapenses, una congregación. El abad primado de los benedictinos es superior de una confederación y no tiene la autoridad que posee el abad general de los cistercienses.

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