25 de septiembre de 2008

Annalena Tonelli - A cinco años de su muerte

Gritar el Evangelio con la vida

"He partido hacia África decidida a gritar el Evangelio con la vida tras las huellas de Charles de Foucauld" afirmaba esta voluntaria italiana que, desde 1969 al 2003 curó a los enfermos de tuberculosis en Borama, al norte de Somalia, Annalena, sin embargo, no era médico, sino una laureada en leyes, que eligió defender a los más pobres ante el tribunal de la vida. ¿Qué la empujó a hacer una elección tan radical?
"Porque desde niña elegí ser para los otros: los pobres, los que sufren, los abandonados, los no amados. Quería seguir sólo a Jesucristo. Nada me interesaba tan fuertemente:
"Sólo Él y los pobres en Él".


El testimonio de Annalena
Me llamo Annalena Tonelli. Nací en Forlí, Italia, el 2 de abril de 1943. Trabajo en el campo de la salud desde hace treinta años, pero no soy médico. Me he graduado en leyes en Italia. a la cuál dejé en enero de 1969. Desde entonces vivo al servicio de los somalíes. Son treinta años los que comparto con ellos.

En efecto, siempre he vivido con ellos, salvo pequeñas interrupciones en otros países por causas de fuerza mayor. Desde que era una niña elegí entregarme a los demás: a los pobres, a los que sufren, a los abandonados, a los no amados; así ha sido hasta ahora y confío en que continuaré siéndolo hasta el final de mi vida. Quería seguir sólo a Jesucristo. Nada me interesaba de manera tan fuerte: ÉL y los pobres en ÉL. Por Él hice una elección de pobreza radical... aunque nunca lograré ser pobre como un verdadero pobre... los pobres de los que está llena cada una de mis jornadas.

Vivo ofreciendo mi servicio sin un nombre, sin la seguridad de una orden religiosa, sin pertenecer a ninguna organización, sin un sueldo, sin un depósito de aportaciones voluntarias para cuando sea anciana. No estoy casada porque así lo elegí gozosa cuando era joven. Quería ser toda para Dios. No tener una familia propia, era como una exigencia de mi ser. Así ha sido por gracia de DIOS. Tengo amigos que me ayudan lo mismo que a mi gente desde hace más de treinta años. Todo he podido hacerlo gracias a ellos, sobre todo a los amigos de Forlí. Naturalmente, también cuento con otros amigos en varias partes del mundo. No podría ser de otra manera. Las necesidades son grandes. Agradezco a Dios que me ha donado y sigue donándome estos amigos. Somos una cosa sola en dos surcos, diferentes en la apariencia pero iguales en la sustancia: luchamos para que TODOS los hombres sean una cosa sola.

Yo pensaba que no habría podido entregarme completamente permaneciendo en mi país... los límites de mi acción me parecían muy estrechos, apagados... Muy pronto comprendí que se puede servir y amar en todas partes; pero ya estaba en África y sentí que era DIOS quien me había llevado allí y allí he permanecido en el gozo y en la gratitud. Partí decidida a «gritar el Evangelio con la vida» siguiendo las huellas de Charles de Foucauld, que había encendido mi existencia.

Treinta y tres años después proclamo el Evangelio únicamente con mi vida y arde en mí el deseo de seguir proclamándolo hasta el final. Esta es mi razón de fondo junto con una pasión incontenible desde... siempre por el hombre herido y disminuido sin haberlo merecido, más allá de la raza, de la cultura y del credo. Trato de vivir con extremo respeto hacia «aquellos» que el Señor me ha dado. He asumido hasta donde es posible su estilo de vida.

[...] Vivo profundamente entregada en medio de los pobres, de los enfermos, de aquellos a los que nadie ama.Prácticamente he vivido siempre con los somalíes. Vivo en un mundo rígidamente musulmán. [...] He vivido los últimos cinco años en Borama en el extremo noroeste del país, en el confín con Etiopía y Djibouti. Allí no hay ningún cristiano con quien poder compartir. Dos veces al año, cerca de Navidad y de Pascua, el obispo de Djibouti viene a decir la Misa para mí y conmigo.

Me ocupo principalmente de control y de curación de la tuberculosis. A Kenia fui como maestra porque era el único trabajo que, al comienzo de una experiencia tan nueva y fuerte, podía desempeñar decentemente sin hacer daño a nadie. Ante la carencia de maestros, fueron tiempos de intensa preparación de las clases de casi todas las materias, de estudio de la lengua local, de la cultura y de las tradiciones, de implicación intensa en la enseñanza convencida como estaba de que la cultura es fuerza de liberación y de crecimiento.

Eran los tiempos de una terrible carestía... he visto morir de hambre a mucha gente... Durante mi existencia, he sido testigo de otra carestía, diez meses de hambre, en Merca, en el sur de Somalia... y puedo afirmar que se trata de una experiencia tan traumatizadora que es capaz de poner en peligro la fe. [...]

Mi primer amor han sido los tuberculosos, la gente más abandonada, la más rechazada en ese mundo. Desde hace siglos la tuberculosis está presente en los somalíes. Se piensa que prácticamente toda la población está infectada. Providencialmente sólo un porcentaje de las personas infectadas desarrolla la enfermedad en el curso de su existencia. Me encontraba en Wajir, una aldea desolada en el corazón del desierto del noreste de Kenia, [...] los enfermos de tuberculosis se encontraban en un pabellón como desesperados. Lo que más quebraba el corazón era el abandono en que se encontraban, sus sufrimientos sin ningún tipo de consolación. No sabía nada de medicina. Comencé llevando el agua de lluvia que recogía de los techos de la bella casa que el gobierno me había dado como maestra de la escuela media. Iba con los bidones llenos, vaciaba sus recipientes con agua muy salada de los pozos de Wajir, y los llenaba con agua dulce.

[...] En aquel entonces todo estaba en mi contra. [...] Después de algunos años, en la T.B. Mayatta (aldea) cada enfermo, consciente de estar al final, quería que sólo yo estuviera a su lado para morir sintiéndose amado.
[...] En 1976 me pidieron que fuera responsable de un proyecto de la OMS para curar la tuberculosis entre los nómadas, un proyecto piloto en toda África. [...] La tuberculosis es el flagelo en el mundo somalí. [...] La tuberculosis es parte de la gente, de su historia, de su lucha por la existencia. Sin embargo la tuberculosis es estigma y maldición[...]. En Borama cada día continúa la lucha a favor de la liberación de la ignorancia, del estigma, de la esclavitud a los prejuicios.

[...] La vida es esperar siempre, esperar contra toda esperanza, echar a las espaldas nuestras miserias, no mirar las miserias de los demás, creer que DIOS está presente y que ÉL es un DIOS de amor. Nada nos turbe y siempre adelante con DIOS. Quizás no es fácil, antes bien, puede ser una empresa titánica creer de este modo. En muchos sentidos, la fe es una verdadera oscuridad, esta fe que es ante todo don y gracia y bendición... ¿Por qué yo y no tú? ¿Por qué yo y no ella, no él, no ellos?
Sin embargo la vida tiene sentido sólo si se ama. Nada tiene sentido fuera del amor. Mi vida ha conocido muchos y muchos peligros, he corrido riesgo de muerte muchas, muchas veces. Durante años he estado en medio de la guerra. He experimentado en la carne de los míos, de los que amaba, y por tanto en mi carne, la maldad del hombre, su perversidad, su crueldad, su iniquidad. Y he salido con una convicción inquebrantable de que lo que cuenta es sólo amar.

[...] Nada me importa realmente fuera de DIOS, fuera de Jesucristo... los pequeños sí, los que sufren, me vuelvo loca, pierdo la cabeza por los retazos de humanidad herida; cuanto más son heridos, más son maltratados, despreciados, sin voz, que no cuentan nada para los ojos del mundo, más los amo yo. Y este amor es ternura, comprensión, tolerancia, ausencia de temor, audacia. Esto no es un mérito. Es una exigencia de mi naturaleza. Pero es cierto que en ellos yo le veo a ÉL, al Cordero de Dios que sufre en su carne los pecados del mundo, que los carga sobre sus hombros, que sufre pero con tanto amor... ninguno está fuera del amor de DIOS.

[...] Si este «ponerme en público» pudiese servir a alguien que no cree, a alguien que no vive dentro de sí mismo esta extraordinaria realidad de que DIOS ama a cada hombre, del más digno de amor a los ojos de los hombres al más paria y despreciado, al hombre malo, al criminal... entonces me pondría de rodillas y bendeciría porque grandes cosas ha hecho en mí Aquel que es poderoso.

[...] Ciertamente Su voz a menudo es pequeña y silenciosa... pero luego ÉL está en la celdita de nuestra alma y no debería ser tan difícil bajar allí y habitar con ÉL. ¿Palabras? NO. Es verdad. Es realidad. Ciertamente, para la mayoría de nosotros será y es necesario hacer silencio, quietud... apagar el teléfono, tirar el televisor por la ventana, decidir de una vez por todas liberarse de la esclavitud de lo que aparenta y de lo que es importante a los ojos del mundo pero que no cuenta absolutamente a los ojos de DIOS, porque se trata de desvalores. A los pies de DIOS nosotros reencontramos toda verdad perdida, todo lo que se había precipitado en la oscuridad se vuelve luz, todo lo que era tempestad se vuelve quietud, todo lo que parecía un valor, pero que no es valor, aparece en su verdadera fachada y nosotros nos despertamos en la belleza de una vida honesta, sincera, buena, hecha de cosas y no de apariencias, entretejida de bien, abierta a los demás, en tensión omnipresente muy fuerte para que los hombres sean una sola cosa.

[...] Luego la vida me ha enseñado que mi fe sin el AMOR es inútil, que después de todo mi religión cristiana no tiene muchos y muchos mandamientos, sino que tiene uno solo.
[...] Quisiera añadir que los pequeños, los que no tienen voz, los que no cuentan nada a los ojos del mundo, pero mucho a los ojos de DIOS, sus predilectos, tienen necesidad de nosotros, y nosotros debemos estar con ellos y para ellos y no importa nada si nuestra acción es como una gota de agua en el océano. Jesucristo nunca ha hablado de resultados. ÉL ha hablado sólo de amarnos, de lavarnos los pies unos a otros, de perdonarnos siempre... Los pobres nos esperan. Las formas de servicio son infinitas y dejadas a la imaginación de cada uno de nosotros. No esperemos ser instruidos en el campo del servicio. Inventemos... y viviremos nuevos cielos y nueva tierra cada día de nuestra vida.

La Dra Annalena Tonelli, fué abatida a tiros en su hospital para enfermos de tuberculosis, el día 5 de noviembre de 2003 a la edad de 60 años....
Los motivos de este asesinato nunca fueron aclarados y cómo Carlos de Foucauld dejó su vida en Africa al servicio..... los pobres, los que sufren, los abandonados, los no amados.

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