9 de agosto de 2010

Evangelio del 08/08/2010
XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio según San Lucas 12,32-48.
No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.
Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.
Comentario al Evangelio de San Cipriano, obispo de Cartago y mártir
Sobre la unidad, 26-27
«Estad a punto»
El Señor veía en sueño nuestro tiempo cuando dijo: «Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» (Lc 18,8). Vemos que esta profecía se realiza.
Ya nadie cree en el temor de Dios, la ley de la justicia, la caridad, las buenas obras...
Todo lo que nuestra conciencia temería, si todavía creyera, no lo teme porque ya no cree. Porque si creyera estaría vigilante; si estuviera en vigilante espera, se salvaría.
Por tanto, mientras somos capaces de ello, desvelémonos, hermanos muy queridos.
Vigilemos en observar y cumplir los preceptos del Señor.
Seamos tal como él nos ha dejado escrito: «Estad prestos para el servicio y mantened vuestras lámparas encendidas.
Sed como los que esperan a que su amo regrese de sus bodas para abrirle, tan pronto llegue y llame a la puerta. Dichosos los siervos a quienes su amo, al llegar, encuentre vigilantes».
Sí, permanezcamos en traje de servicio por miedo a que, cuando llegue el día de partir, no nos encuentre turbados y enredados.
Que nuestra luz brille y resplandezcan las buenas obras, que nos lleve de la noche de este mundo a la luz y a la caridad eternas.
Esperemos cuidadosa y prudentemente la repentina llegada del Señor a fin de que, cuando llame a la puerta, nuestra fe esté despierta para recibir del Señor la recompensa de la vigilancia.
Si observamos estos preceptos, si estamos atentos a sus preceptos y advertencias, las ardides engañosas del Acusador no nos harán sucumbir durante el sueño.
Sino que, siendo reconocidos como vigilantes siervos, reinaremos con Cristo triunfante.

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